Para fortuna nuestra el béisbol se resiste a agonizar. Su efectiva dosis de vigor, ímpetu y sentimientos propios, le permitirán esculpir otro acto inmortal, bajo el que latirá su espíritu de viril disputa. En el estadio Latinoamericano, Cuba y el Tampa Bay Rays superarán un pasado cansino y estéril, para tributar a sus fieles un sustento espiritual, que se cultiva como objeto de pasión.
Nuevamente, dialogar, polemizar, increpar y proyectar emociones, serán feliz montaña de ardor. Cada expresión o acción que se dibuje en la grama y el graderío, habrá que concebirla, estructurarla y enunciarla como feliz horizonte de entendimiento. Y es que de las venas poéticas y pujantes del béisbol, puede brotar un nuevo comienzo, ese que le dé la mano a una historia comprometida y respetuosa de fe e ideas.