El tema de los piropos no pierde actualidad, en primer lugar, porque en nuestro país forman parte del día a día sus habitantes y en segundo, por lo que representan para el establecimiento de roles y patrones de género.
Hoy es casi imposible salir a la calle y no escuchar al menos un piropo, hacia uno mismo o hacia cualquier otro transeúnte con el que nos crucemos. Por lo general, suelen ser los hombres los que piropean, las mujeres rara vez se animan pues al hacerlo se ve mal a los ojos de otros quizás por el machismo casi endémico que existe.