Si no sabes piropear: calladito te ves más bonito

Psicología del piropo…

Los piropos en varias ocasiones no son recibidos con las mejores intenciones, hay excepciones, claro, pero la mayoría tienen bien ensayada la sonrisa, las gracias, la carcajada, el parpadeo o el “revirón de ojos”, según la frase que dicen.

Si bien es cierto los piropos ya no son lo que eran antes, los abuelos los recuerdan como una forma de conquistar, halagar y enamorar “las tres mariposas, la del medio es la más hermosa”; las palabras groseras y las obscenas, han hecho olvidar los viejos tiempos, “chiquita, qué linda eres, con tus ojos de azabache estoy metido contigo como un camión en un bache”.

Otros los dicen con las mejores intenciones, pero por supuesto no resulta, “esto sí es una mujer, no lo que yo tengo en la casa”; error gravísimo para la mujer cubana, pues si algo se nos da bien es la igualdad de género. Debería hacerse una escuela de piropos o enseñar lecciones para que un día en vez de virarte la cara no se ganen una “pequeña” palmadita en ella.

La pérdida de valores como la cortesía y el respeto hacia nuestros semejantes influye en la agresividad verbal entre hombres y mujeres. Basta prestar atención a la letra de los nuevos estilos musicales. No será sorpresa para nadie que dentro de un tiempo los piropeadores asalten el oído de las damas con frases como “Indisciplinada, vamos a jugar”.

Un buen piropo motiva, entusiasma, levanta el ánimo, produce risas. Aunque en ocasiones se diga lo contrario, siempre se agradece. “Tienes los ojos más negros que una noche, si el mar fuera mujer, tú serías su reina; Dios hizo a la mujer para que yo te conociera”. Te recuerdo que si no sabes piropear, calladito entonces te ves más bonito.

Autor