Batalla de Santa Clara: donde prendió la chispa definitiva de la Revolución

En representación del Directorio Revolucionario 13 de Marzo estaban Faure Chomón, Rolando Cubela y Humberto Castelló, mientras que Ramiro Valdés y el propio Che Guevara lo hicieron a nombre del Movimiento 26 de Julio. En un lugar del Escambray conocido como «El Pedrero» la unidad de los grupos revolucionarios firmaron el compromiso de aunar fuerzas y luchar juntos contra la tiranía de Fulgencio Batista.

Tal unión, a la que se sumaría después el Partido Socialista Popular, devino un factor clave en la batalla que el Ejército Rebelde estaba por empezar en la ciudad de Santa Clara.

Sobre el inicio de tal acontecimiento, el Che afirmó: “en el momento del ataque, nuestras fuerzas  habían aumentado considerablemente su fusilería, en la toma de distintos puntos y en algunas armas pesadas que carecían de municiones. Teníamos una bazooka sin proyectiles y debíamos luchar contra una decena de tanques, pero también sabíamos que, para hacerlo con efectividad, necesitábamos llegar a los barrios poblados de la ciudad, donde el tanque disminuye en mucho su eficacia».

Gracias a «El Pedrero», la coordinación de las fuerzas se hizo posible. A la par que las tropas del Directorio Revolucionario atacaban el cuartel número 31 de la Guardia Rural, los guerrilleros, comandados por el Che, comenzaron a sitiar a casi todos los puestos fuertes de la capital villaclareña; sin embargo, aún aguardaba la llegada de un tren blindado con tropas y refuerzos provenientes de La Habana.

El coloso estaba integrado por miembros del cuerpo de Ingeniería del Ejército de Batista y lo componían 2 locomotoras, 22 vagones, y un coche motor explorador, además de 408 efectivos con armamento en variedad y cantidad.

En la noche del día 28 de diciembre, el pelotón del Capitán Ramón Pardo Guerra destruyó la línea férrea que entraba a la ciudad de Santa Clara con un buldócer.

Por el mismo lugar el tren pasaría en su intento de entrar a la urbe, después de que las tropas guerrilleras tomaran la loma del Capiro, en donde el convoy se encontraba estacionado. La emboscada estaba lista, y tras el descarrilamiento el cerco fue cerrado, y se desató un fuerte combate.

Botellas con gasolina, llamadas en el argot de la guerra Cóctel Molotv, se lanzaron contra la armazón de hierro, que al calentarse, se convirtió en un horno. La rendición fue inminente. Los soldados batistianos fueron hechos prisioneros y las armas ocupadas de inmediato por los rebeldes.

La presencia del tren significaba una garantía para la resistencia del Ejército de Batista, mas su pérdida desmoronó las esperanzas y ocasionó una fuerte desmoralización de las tropas del gobierno de turno.

El 30 de diciembre el combate era en toda la comarca. En manos de los guerrilleros estaban el Gobierno provincial, el cuartel de los Caballitos, la cárcel, la central eléctrica y la jefatura de Policía, pero todavía quedaba lucha por delante.

En el último día de 1958 los combates fueron duros. La aviación, los tanques y las tropas de infantería lanzaron una fuerte ofensiva contra la columna guerrillera, que logró rechazar la embestida batistiana.

Los últimos reductos en combate se concentraron en el Gran Hotel, donde agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y los chivatos estaban agrupados como francotiradores, la Audiencia ocupada por el Escuadrón 31 y la sede el Regimiento Leoncio Vidal, sede del Tercer Distrito Militar.

Tras la toma de la Audiencia y el Gran Hotel las fuerzas se centraron en el Regimiento Leoncio Vidal.

Acerca de esa cruenta jornada, el Che narró: «en ese momento sólo quedaba por rendirse el cuartel Leoncio Vidal, la mayor Fortaleza del Centro de la Isla, pero ya el día primero de enero de 1959 había síntomas de debilidad creciente entre las fuerzas defensoras. En la mañana de ese día mandamos a los capitanes Núñez Jiménez y Rodríguez de la Vega a pactar la rendición del cuartel».

El mismo 1ro de enero, a las 12:00 del mediodía, la Sede del Tercer Distrito fue rendida por los «casquitos» que quedaban frente a ella por la huida de su jefe. Batista abandonó el país en la madrugada de ese propio día, y las fuerzas rebeldes ocupaban la mayoría de las cabeceras provinciales. El triunfo de la Revolución ya era un hecho incuestionable en la mayor de las Antillas.

La muerte de civiles se debió a los ataques de la aviación. Una docena de guerrilleros perdieron la vida en la valerosa contienda.

Sobre la Batalla de Santa Clara, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz señaló: «Che era un maestro de la guerra, Che era un artista de la lucha guerrillera (…) lo demostró en su fulminante campaña en Las Villas; y lo demostró, sobre todo, en su audaz ataque a la ciudad de Santa Clara, penetrando con una columna de apenas 300 hombres en una ciudad defendida por tanques, artillería y miles de soldados de infantería».

 

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