Las huellas de la alfabetización duran hasta nuestros días

Actualmente, con 73 años de edad, es maestra del segundo ciclo de la escuela primaria Panchito Gómez Toro, de la Habana del Este. «Participé en 1961 en la Campaña Nacional de Alfabetización en respuesta al llamado que Fidel le hizo a la juventud, para eliminar el analfabetismo en la mayor de las Antillas».

En aquel entonces, Mercedes vivía en la provincia de Matanzas. «Luego de recibir la preparación como brigadista en Varadero, me ubicaron en un lugar que estaba cerca del antiguo central Jobabo, conocido como Chucho Madera, en la hoy provincia de Las Tunas», rememoró.

Al llegar a aquel sitio, se agolparon en ella sentimientos de tristeza por verse lejos de la casa, además de estar apartado y lejos del pueblo. «Eso duró poco porque enseguida me sobrepuse y comencé a confeccionar las listas de mis futuros alumnos y otras tareas para cumplir con el deber que me asignaron. Fue tanto lo que aprendí con aquellas personas que nunca lo olvidaré».

«De forma especial recuerdo a los campesinos que vivían en la casa donde me ubicaron: Zenaida y Betico, que era su esposo; a otro llamado César, que también asistía a su casa. Los tengo presentes a todos, aunque no recuerde sus nombres».

Regresa a aquellos días y se ve dándole consejos de higiene para la casa y personal a aquella familia para que no se enfermaran, explicándoles asimismo la importancia de usar zapatos, «porque ellos tenían una niña chiquita y la casa tenía el piso de tierra».

«Cuando veía al cabo de los meses que aprendían a leer y a escribir, sentía una gran alegría porque al principio me parecía imposible que yo fuera capaz de que ellos dejaran atrás la ignorancia».

Luego de alfabetizar, se graduó como maestra primaria y luego ejerció en diferentes grados hasta su jubilación. Desde hace ocho años se reincorporó a las aulas, e imparte clases de cuarto a sexto grados de Matemática y Ciencias Naturales,  en la escuela Panchito Gómez Toro, donde todos la admiran.

La maestra Patarrón Herrera considera que la alfabetización abrió las puertas al conocimiento. «Somos testigos del desarrollo cultural que existe actualmente. Para mí en particular representó que se me abrieran las puertas para estudiar magisterio, una carrera que siempre me encantó», manifiesta con alegría.

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