Raúl Roa García, un revolucionario siempre joven

En la Generación del 30 sus compañeros le conocían como El Flaco. Al principio, cuando niño, era solo Raulito. Luego, en el colegio, le llamaban simplemente Roa. Ya en la universidad sus condiscípulos lo recordaban muy parecido al autorretrato que él mismo le describió una vez a un periodista: larguirucho, flaco, intranquilo, boquigrande, orejudo, ojillos soñadores con relumbres de ardilla, a veces melancólico, jocundo casi siempre, lenguaraz a toda hora y más peludo que un hippie.

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