No hay otra madre como tú, Cuba

Ciertamente, comprendo muy bien tu afán de protección, tus desvelos y consagración a mis días y mis noches. Entiendo esa pasión desbordada, dedicación constante y tu singular manera de enfrentar los errores cometidos por tus hijos.

¡Cuánta grandeza! ¡Qué hidalguía! ¡Cuánta resistencia! ¡Qué derroche de ingenio y creatividad para sobreponerte a las carencias! Me reconozco cada día en tu vida, hermosa y difícil, no en la imagen que te construyeron quienes no te aman.

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