No hay otra madre como tú, Cuba

Nacer de ti es un orgullo incuestionable. Me enseñaste que ninguna flor crece abonada por el engaño, la manipulación, la hipocresía o el dinero. Aprendí a crecer repartiendo lo que tenía, siendo generosa, solidaria.

Te admiro porque has sido soporte firme de nuestra gran familia en las más complejas circunstancias, siempre erguida, sin dudar, sin flaquear, sin desistir cuando otras se desmoronaron sin llegar a la meta.

El infinito orgullo de ser digna, sobrepasa los desafíos y convierte las limitaciones en polvo. Y no eres una palma sola, eres un bosque de solidaridad. Eres ejemplo en los más variados lugares del mundo. Te conocen y te respetan porque te convertiste en madre de muchos, sobre todo de aquellos que no tenían voz propia.

Cuando en algún rincón del mundo los mal intencionados te atacan, siempre algún hijo tuyo, propio o adoptivo, te defiende con su palabra, con sus principios, que son las mejores armas.

Por tu lealtad, por tu firmeza, amor incalculable y entrega a tus hijos, por ser símbolo de resistencia frente a todo tipo de adversidades, por enseñarnos el valor de la unidad, por constituir una obra monumental pero siempre perfectible, no hay otra madre como tú: Cuba.

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