En quinto año de la carrera Ana Teresa Badía fue una de las profesoras que me impartió Metodología de la Investigación, una asignatura que, si bien a lo largo de la carrera era merecedora de varios nombres, desde tercer año atormentaba la cabeza de los estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (FCOM), y en especial de los de todos los estudiantes de Periodismo.
¿Quién no se acuerda de esas largas horas de aprender a definir objetivos, métodos y técnicas, de estructurar una tesis y de citar correctamente los autores para ver lo difícil un poco más fácil, de trabajar por pasos y vencer metas? Son pocos los profesores que te dan una palmada en el hombro, que alientan. Quizás ella no recuerde el gesto que tuvo hacía mí, pequeño, pero a la vez tan grande que alimentó mi espíritu de «echar palante», de seguir con mi tesis que había comenzado solo un mes atrás. Lo recuerdo como si fuera ayer, sentados algunos compañeros en el lobby, ella en el piso con nosotros, y dando notas en voz alta del fin de semestre. Muy bien Tamarit, bastante bien, ahí te hice algunas correcciones, algo así me comentó.