Ana Teresa Badía: gracias por enseñar (nos) a amar más la Radio

Estoy segura que cientos de feconianos guardan con celo historias como estas. Ana Teresa Badía se ha ganado así el respeto de quienes se adentran en esta profesión y quienes, junto a ella, la comparten. Cincuenta años de vida y casi todos dedicados al Periodismo merecen más que una anécdota. Yo quiero, y ustedes también, conocer más de ella.

«Las preguntas personales son para mí difícil, de hecho, creo que no recuerdo haberlas respondido antes, tal vez por temor a hablar de mí misma, algo que por lo general evado para no rozar con los yoísmos que desprecio”.

«Yo me crié en un pueblito de campo, en Rancho Veloz -Villa Clara- que me enseñó las más imprescindibles esencias de la vida; y luego me mudé a Sagua la Grande. Conservo los más preciosos recuerdos de mi infancia, jugaba en una zanja para traer peces a mi casa –imaginarán las reacciones-, jugué a las bolas, también a las casitas. Ah, daba pan mojado de comer a las gallinas, hacía burbujas con detergente y tallos de las matas de fruta bomba jaja…Algunas noches hasta improvisaba un teatro para el barrio. En fin, una infancia linda, feliz, y como la de cualquiera de mi generación. Una infancia que ojalá se hubiera extendido a hoy, una infancia que quisiera que muchos niños tuvieran, por pura, por verdadera”.

«Siempre he tenido buenos amigos, desde aquellos primeros años. Hoy recuerdo el nombre de cada uno, increíble, pero es así. Mi vida ha estado marcada por dos personas, principalmente: mi mamá y mi abuela Gude, grandes guerreras. Y de mi padre, heredé el espíritu soñador siempre. Todos ellos hicieron de mí una mujer de bien, al menos en mi opinión”.

«Yo creo que no fui muy aplicada en mis estudios, lo que no quiere decir que no tuviera algunas notas decorosas. Di mucho trabajo a mis maestros, fui muy inquieta y conversadora. Algo tengo claro: todo el que estuvo a mi lado en las escuelas por las que anduve tiene un pedacito en lo poco que soy».

Ana Teresa quiso ser periodista cuando ocurrió la invasión a Panamá, mientras cursaba el preuniversitario. La Medicina siempre fue una de las opciones más viables al venir de una familia que trabajaba en Salud Pública.

«Yo me crié en ese mundo, y de hecho hoy me hubiera gustado serlo también», reconoce. «Estudié en la entonces Facultad de Periodismo en pleno período especial. Me gradué en 1995 y fui a trabajar en Radio Rebelde, mi mejor escuela, mi mejor espacio de realización, el lugar donde más he aprendido, el lugar de donde nunca me he podido desprender”.

«Como reportera cumplí los más grandes sueños y realizaciones. Un día, entendí que debía dejar espacio en el periodismo diario a mis alumnos ya graduados. No sabes lo que me enorgullece ver a los jóvenes cambiarle el rostro a nuestros medios, aún cuando falte mucho todavía. Entonces, terminé mi doctorado en Ciencias de la Comunicación Social, precisamente con una tesis de Radio, una propuesta teórico metodológica para la producción de ideologías desde el discurso radiofónico, y también hice mi tesis de Maestría en Bibliotecología y Ciencias de la Información con una propuesta para el manejo de archivos sonoros. Como verás la Radio está en todo lo investigativo que he hecho.

¿Qué significa entonces la Radio en su vida?

«La radio es parte de ella. Por trabajar en ella sé cuánto mide un segundo, qué cabe en un minuto y eso te hace asumir la manera de vivir de una manera muy particular. Por cierto, yo oía radio desde muy pequeña, escuchaba primero la CMHW y después Radio Sagua. Ah, creo que nunca he dicho públicamente que empecé en esa emisora la radio, en un noticiero juvenil del que guardo tremendos recuerdos. Imagínate entrar a una cabina de radio a esa edad, era aquello la gloria”.

«Creo que el hecho que lleve más de 20 años amaneciendo en un programa –Haciendo Radio- habla de mi infinito compromiso con el medio y con mi colectivo de trabajo. Me cabe un privilegio en la radio: nunca he dicho una mentira ni nada que no sienta, ni crea”.


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¿Si habláramos de los retos que tiene la Radio, cuáles serían?

«Yo creo que la Radio tiene hoy muchos. Primero continuar sobreviviendo a las transformaciones de era digital, por cierto, es el medio que mejor se ha adaptado a esas transformaciones y el que más ha crecido en la web, así lo confirman muchos de los estudios internacionales que se hacen. Con relación a la radio que se hace en Cuba estimo que debe ganar en inmediatez, en que debe parecerse cada vez más a la gente, que tiene que ahondar en problemas y soluciones, que debe dar voz y espacios a las diferencias, que hay que buscar miradas múltiples para que se haga cada vez más creíble. En eso último nos va hasta nuestra propia existencia”.

«Por otra parte, la Radio nunca podrá separarse de la academia, pero no de la academia encerrada en sus aulas, ni la de falsos teóricos, sino la de aquellos que ven en la praxis la confirmación de la teoría. No creo tampoco que la academia deba rechazar lo empírico. Con esto quiero decir que a los que respeto son a quienes han hecho radio, a los que han tratado de armarla de teorías, pero también a los que han trabajado en ella y tienen cosas inigualables que aportar. Por eso la academia no podrá vivir sin la radio, ni la radio sin la academia. Mis respetos siempre a los maestros de la radio”.

«En el posgrado pongo de ejemplo al trabajo de la Cátedra de Radio del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, que se encarga de parte del posgrado de nuestros profesionales. Creo que llevo 20 años al frente de la misma –soy mala en las fechas exactas- allí junto a gente increíble que me ha acompañado, que han llegado desde los recónditos lugares a enseñar lo que saben. Es una de las pruebas más lindas y completas desde el punto de vista académico que tengo: todos, desde cualquier lugar de Cuba y hasta del mundo, unidos para aprender juntos. Eso es inigualable».

El magisterio para Ana Teresa…

«El magisterio me ha dado la posibilidad de sentir placer al ver a mis alumnos ya graduados, tanto de Periodismo como de Comunicación de FCOM, en sus desempeños diarios. Eso es en el pregrado. Pero también los del posgrado me dan satisfacciones indescriptibles, tanto en Cuba como en el extranjero.

¿Y la investigación?

«Como mis alumnos y compañeros saben, me gusta la investigación de temas no solo ahora de la radio, sino de la comunicación en general, de la comunicación política, de la comunicación de crisis, son temas que me apasionan”.

«Creo que cada cambio en los medios y en la comunicación que se hace en Cuba debe estar sustentado en la investigación. Eso lo suelo ejemplificar con la historia de un director que llegó cierta vez a un programa de radio y cambió toda la banda sonora sin estudiar realmente a su audiencia, sin saber que los cambios en un programa se hacen de a poco y que nos debemos a lo que quiera esa audiencia».

Justamente el quehacer investigativo de Ana Teresa Badía en diversas áreas de la comunicación han hecho que sea reconocida en el campo académico, tanto en Cuba como fuera de nuestro territorio. Por eso, en el encuentro del Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez con periodistas, comunicadores y directivos de medios de prensa, su voz se escuchó cuando enumeró conceptos de sumo valor para mejorar el ejercicio de una profesión que es clave en la subjetividad: «hay que afinar las intencionalidad, saber hablar a públicos diversos, propiciar la participación y la interacción, y siempre evitar las espirales de silencio —o sea, siempre será bueno que las personas compartan lo que sienten».

«A mis 50 años me he repasado mucho por dentro en estos días. Confieso no estar satisfecha con todo, creo que tengo que seguir aprendiendo, que seguir aportando a la transformación, incluso del contexto, de la sociedad imperfecta en la que vivo. Si algo me enorgullece es que digo lo que pienso, y eso siempre tiene un costo. Desprecio la doble moral, la prepotencia, a los oportunistas, a los corruptos de alma, a los que venden su firma por poco. Aprecio la verdad, la humildad. Disfruto de mi familia, de mis amigos y de mi trabajo.

«Quienes me conocen bien saben que me rio hasta de mis desgracias. Nunca perderé la capacidad de reír. Ah, quienes me conocen también saben que tenerme en reuniones por mucho tiempo sentada es un reto tremendo, yo siempre tengo que estar cambiando de actividad”.

«¿Realizada? Sí, es más, casi de vuelta en algunas cosas. No aspiro a puestos, no aspiro a halagos, no aspiro a privilegios. Solo quiero ser recordada como alguien a quien la vida le premió con el cariño de muchos, con el amor de su familia –la más cercana y la extendida-, y con el inmenso privilegio de vivir anticipadamente experiencias laborales increíbles».

Quizás esta entrevista pudiera haber terminado con palabras grandilocuentes sobre esta profesora e investigadora de la Comunicación. Sin embargo, sólo las gracias puedo ofrecerle. Gracias Ana Teresa Badía, por tu entrega a la Radio, la Radio que nos enseñaste a amar como nuestra casa.

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