Hay instantes que se quedan bailando en la memoria, en una danza eterna, y no hay tiempo que los borre, nada nuevo que los estremezca. La radio, como parte de nuestra memoria sonora, nos ha regalado algunas escenas inolvidables, intocables, imantadas por la inacabable fascinación del medio.
En esa capacidad para levantar nuestra imaginación, para construir (es la palabra exacta) la atmósfera desde un sonido, desde una palabra, desde una intención, radica su misterio y su permanencia. Radiaciones quiere poner en sus oídos la excelencia y toma dos ejemplos de la programación dramatizada de Radio Progreso.
Alicia Fernán (1929-2015) pertenece a esa casta de intérpretes legendarias que calaba en la audiencia con cada personaje que interpretaba, a la par que era reconocida por su don especial al hacer el verso de grandes autores cubanos o extranjeros. Maestra de las intenciones, culta, imponente; ella podía ir del susurro al grito, con el tono justo para cada instante. Disfrutémosla otra vez en un fragmento de la novela Aires de ingenio de Ángel Luis Martínez, bajo la dirección de Caridad Martínez.
¿Y qué decir de Doña Margarita Balboa (1930-2010), una de las fundadoras de la televisión cubana y voz inconfundible de nuestra radio? Su tono grave y seductor enamoró a un pueblo entero durante largos años. Coloreaba sus actuaciones con matices inusitados, con un toque de distinción que le era propio. Cantó, hizo locución, se metió en la piel de muchos personajes y tenía una especie de sino trágico muy codiciado a la hora de encarnar personajes de esa cuerda.
El espacio Clave 830 de Radio Progreso fue pródigo en llevar a los públicos grandes obra del género policial o detectivesco, y la Balboa puso lo suyo en él. Hay que aquilatarla en Las Manzanas, obra de la escritora inglesa Agatha Christie que Pedro Urbezo versionó para la radio cubana. Asomaron los miedos y obsesiones de su personaje en duelo actoral con Miguel Navarro (Hercule Poirot). Volvamos al momento en que su personaje llega a la casa del famoso investigador…
Agradezco la mano y la pasión del escritor Ángel Luis Martínez, en la inmersión en esta época dorada. Ellos tenían su propia Vía Láctea.
Hemos asistido a escenas antológicas que preservan los archivos de Radio Progreso. Hay instantes que se quedan bailando en la memoria, en una danza eterna, y no hay tiempo que los borre, nada nuevo que los estremezca.