Celebrar los treinta y nueve años de un programa radial es mucho más que un mero hecho conmemorativo. Es un motivo que nos invita a la más profunda reflexión acerca de qué significa hacer un programa tan popular entre nuestros oyentes como es este caso, Juventud 2000 de Radio Progreso. De los más de cuarenta años que estuve en Progreso, más de una veintena de ellos, fueron dedicados a dicho programa como su director. Previamente, venía de una fructífera experiencia profesional como parte del colectivo de Encuentro con la Música, programa de finales de los años setenta con hora y media de duración, que de lunes a viernes, ofrecía una visión ecuménica de la música contemporánea, francamente predestinada a hacer historia en nuestro medio radial.
Cómo no iba a causar fuerte impacto en la audiencia, si en dicho programa compartían el mismo espacio Benny Moré al lado de la música de Silvio Rodríguez quien, por cierto, apenas era escuchado en la radio de aquellos años- además de la obra del citarista hindú Ravi Shankar o la del grupo británico de rock progresivo Pink Floyd, insólitas propuestas foráneas presentadas como estrenos absolutos en la radio nacional de entonces.
Sin embargo, al llegar a Juventud 2000 en 1991, era obvio que nos encontrábamos, justamente, ante la otra cara de la moneda: el programa que me iba a marcar para toda la vida.
Considerado en aquel entonces como el espacio radial de mayor audiencia en las mañanas, su oyente habitual no esperaba ser sorprendido con propuestas como Pink Floyd o el tecladista francés Jean Michel Jarre.
Es el programa que acompaña al chofer en su camino hacia el trabajo o el que escucha el ama de casa mientras está preparando el almuerzo. Por lo tanto, la música que esperaban de nosotros era una selección de éxitos tanto del presente como del pasado y no solo de producción nacional sino también de lo mejor del contexto musical extranjero. Y si a esto se le suma la profesional conducción de una emblemática personalidad como la de Marta Verónica Marcell, estaban creadas las condiciones para realizar un programa exitoso.
Sin embargo, la cuestión no es argumentar si hacíamos, o no, el mejor programa de la radio, sino por qué guardamos en el alma, los mejores recuerdos de aquella época. Y esto se explica porque el director de un programa radial, no solo debe de preocuparse por la calidad y actualidad de sus propuestas musicales sino sobre todo por lograr que el oyente esté convencido que, en el horario del programa, él es la principal razón de nuestro trabajo. Que durante las visitas al programa de Juan Formell, Adalberto Álvarez, Israel Rojas o Amaury Pérez, si ellos estaban allí junto a nosotros, era porque queríamos que el oyente sintiera que los habíamos invitado para su pleno disfrute, del mismo modo que si estrenábamos el último disco de Juan Luis Guerra o el de Luis Miguel, que dicha primicia era por y para la satisfacción del oyente. Es cierto que nos referimos a tiempos muy lejanos ya, pero todavía hoy en día, me siento sumamente agradecido a la vida por haber podido entregar al oyente tantos momentos del mayor gozo espiritual a través de la buena música. Por tal motivo, tengo la más profunda convicción de que en estos momentos actuales, dirigir un programa musical en la radio cubana, constituye todo un honor.
En las difíciles circunstancias por las que atraviesa nuestro país, el oyente de un programa musical, debe de captar nuestro mensaje solidario y optimista de que juntos, vamos a superar cualquier obstáculo con que nos encontremos, mensaje que está implícito no solo en la mejor selección musical que le hagamos llegar sino también en la entrega profesional de parte de los conductores. Por semejante pericia para llevar a la práctica tales condicionantes, me siento sumamente orgulloso del actual colectivo de Juventud 2000, programa que bajo la dirección de Juan Carlos García del Vallin, con Ramón Miranda en el sonido y la conducción de Arletty Roque Fuente y Manuel Martínez Tamayo, hacen en cada emisión, lo imprescindible para mantenerse como uno de los espacios preferidos de la gran audiencia en el país. Ellos saben que trabajar en la radio cubana, es un verdadero privilegio.