Martí, un camino para salvar lo que merece ser salvado

Vivimos en un mundo de constantes, cambiantes y renovadas crisis. No es en absoluto una visión catastrofista o basada en un pesimismo crónico del que bajo ningún concepto me declaro militante, sino una realidad a la que, lejos de temerle, toca seguir haciendo frente como concepto primario de supervivencia. Crisis económicas y políticas generan, a su vez, crisis sociales y son, en definitiva, un amasijo de inestabilidades que complejizan sobremanera los esfuerzos globales de paz, entendimiento, colaboración y respeto a las soberanías nacionales. Lógicamente, esos procesos convulsos que parecieran, por su frecuencia y variabilidad, explosiones espontáneas, no lo son en absoluto. Si bien es cierto que, para bien o para mal, generan cambios, también lo es que siempre existe un alguien al que le convienen, un alguien que se beneficia de ellas, y las convierte en su proyecto particular de realización. Si en el título de este texto se hace referencia a Martí, por qué iniciar entonces con tales reflexiones que, aparentemente, nada tienen que ver con el Apóstol. La razón es muy sencilla. Primero, y más importante, porque Martí tuvo la visión de desenmascarar a tiempo a uno de esos actores tristemente célebres a los que, como a ningún otro, convienen ciertas crisis, al punto de convertirse en notables impulsores de ellas. A veces de forma solapada e hipócrita pero, a la altura del siglo XXI, con el mayor descaro y cinismo que alguien pudiera imaginar. La segunda de esas razones pasa por un tamiz mucho más delicado, y viene a constituirse, precisamente, en el objetivo esencial de estas reflexiones. LA CRISIS DE LOS PARADIGMAS Hay un lado mucho más oscuro tras las incesantes convulsiones de las sociedades modernas, que es difícil observar a simple vista. Un proceso lento, que transcurre agazapado tras la violencia, las sucesiones de poder …

Martí, un camino para salvar lo que merece ser salvado Leer más

Declaración final de la Celac reafirma unidad regional

Con una Declaración final a favor del respeto a la diversidad política, económica, social y cultural de los pueblos, concluyó la VII Cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en Argentina. En el encuentro, las 33 naciones reafirmaron su compromiso con la profundización de la integración y la unidad regional; la proyección de la Celac como una comunidad de naciones soberanas, capaces de llegar a consensos en temas de interés común y contribuir al bienestar y desarrollo, así como las acciones para acabar con la pobreza, las desigualdades e inequidades existentes. En el documento, de cien puntos y 11 declaraciones especiales, se destacó la vigencia de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, aprobada en La Habana en el año 2014. Remarcó, además, el deber de esos países «con la democracia, la promoción, protección y respeto de los Derechos Humanos, la cooperación internacional, el Estado de Derecho, el multilateralismo, el respeto a la integridad territorial, la no intervención en los asuntos internos de los Estados, y la defensa de la soberanía, así como la promoción de la justicia y el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales». La Declaración de Buenos Aires reiteró el llamado de la Asamblea General de las Naciones Unidas a poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, que, además de ser contrario al derecho internacional, causa graves daños al bienestar del pueblo cubano, así como el rechazo a las listas y certificaciones unilaterales que afectan a países de América Latina y el Caribe. También solicitó la exclusión de Cuba de la lista unilateral sobre países que supuestamente patrocinan el terrorismo, y alegó que la región debe ser un territorio libre de colonialismo. En su Declaración final, la …

Declaración final de la Celac reafirma unidad regional Leer más

Es la cubana una Revolución de esencias humanas

Cuando aquel 1ro. de enero de 1959 triunfó la Revolución Cubana frente a todo pronóstico y presión de las fuerzas del tirano Fulgencio Batista, apoyadas por Estados Unidos, nuestra nación se convirtió en la mismísima encarnación de la utopía, de la alternativa posible por un mundo mejor. A partir de entonces este pequeño archipiélago sería un ejemplo global de resistencia y, tras la caída de la Unión Soviética y del campo socialista europeo, en la muestra irrefutable del poder y el valor de la dignidad. La Revolución que triunfó hace 64 años abrió el cauce de la democracia popular para América Latina frente al dominio estadounidense y volvió al pueblo cubano protagonista de luchas y sacrificios constantes en nombre de la libertad, la independencia y de ese viejo anhelo martiano que soñaba una República cuya ley primera fuese el culto a la dignidad plena del hombre. En 1959 el deseo del autor de La Edad de Oro empezó a hacerse realidad, como parte de un proceso de los humildes, por los humildes y para los humildes que condujo al país a ser, además, unos años después, la primera nación latinoamericana socialista. El destacado intelectual Fernando Martínez Heredia, al reflexionar sobre el tema, resaltó precisamente como principal y más valiosa dimensión de la Revolución, su esencia humanista, y dentro de ese principio, su internacionalismo, «rasgo primordial que también es distintivo del socialismo cubano, y que tanto nos ha desarrollado y salvado de mezquindades y retrocesos». La caída del campo socialista denostó la promesa de un mundo alternativo, pero Cuba no encajaba en aquellas fórmulas y se irguió hereje al aspirar a otro tipo de civilización más allá del capitalismo, fiel a aquella peligrosa locura, que según el escritor y periodista Eduardo Galeano tiene como principal sustento «creer que los seres humanos …

Es la cubana una Revolución de esencias humanas Leer más

Cuba en 2023: resistir, crear y vencer

Para aquilatar la grandeza de una nación, habrá que ir siempre a las esencias de su pueblo e historia. En esa certeza se afianza la épica escrita en la Mayor de las Antillas durante el año 2022; un calendario en el que la capacidad de resistencia de los cubanos y su descomunal voluntad para reinventarse ante cada nuevo reto enraizó en la estirpe del archipiélago de verde olivo el sueño martiano y fidelista de defender nuestro modelo de justicia social. En ese empeño nada fue sencillo. Otra vez Cuba frente a su historia se creció por encima de los imposibles, sorteando todo tipo de complejidades y abriendo trincheras de firmeza donde otros –los enfermos de odio– quisieron instaurar el desaliento colectivo. Fue, sin duda, un año duro, muy duro, en el que gravitaron sobre la sociedad cubana no pocas tensiones asociadas a la recrudecida política imperial del gobierno estadounidense hacia la Isla y sus insoslayables secuelas en la inflación galopante de productos, alimentos y servicios; en el déficit de suministro de energía eléctrica nacional; y en el incremento de una migración, condicionada por la potencia imperial que pretende ahogar a todo un país. Pero a esas realidades hay que añadirles también otras verdades que hablan de la hazaña de un pueblo que no cedió ni un metro de su suelo patrio, ante las burdas campañas de manipulación mediática orquestadas desde el escenario digital, o ante el dificilísimo contexto nacional de desabastecimiento y proliferación de ilegalidades, indisciplinas sociales y conductas delictivas que han lacerado la calidad de vida de las familias cubanas. Es el mismo pueblo que tras el impacto de acontecimientos dramáticos como la explosión en el Hotel Saratoga, en La Habana; el incendio de la Base de Supertanqueros, en Matanzas, y la devastación provocada por el paso del huracán …

Cuba en 2023: resistir, crear y vencer Leer más

El difícil y heroico camino de 64 años

Cuando la Revolución triunfante celebra sus 64 luminosos años, el camino duro y cargado de peligros recorrido hasta hoy corrobora la certeza de aquellas proféticas palabras pronunciadas entonces por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, ante el pueblo cubano y sus tropas rebeldes con las banderas y los fusiles de la victoria en alto. «Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y, sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil». Lo alertado tanto el mismo 1ro. de enero de 1959 en Santiago de Cuba, como siete días después, tras la entrada en La Habana de la Caravana de la Libertad, fijaba, además, ese principio que lo acompañaría toda la vida como el primer deber del revolucionario, decirle la verdad al pueblo. Era evidente en ambas intervenciones que ese único compromiso adoptado con el sufrimiento de los cubanos, enunciado en La historia me absolverá, y con los hermanos caídos a lo largo de la lucha, en nada agradaría a los oligarcas y burgueses, y mucho menos al vecino del norte. Además, así como la guerra no se había ganado de un día para otro, tampoco en un abrir y cerrar de ojos podrían resolverse las angustias de los cubanos, causadas por el problema de la tierra, el de la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación, y la salud. Desde el primer día, para que no quedasen dudas de los grandes desafíos por enfrentar, aquel mismo 1ro. de enero de 1959, se quiso escamotear la victoria mediante un golpe de Estado militar orquestado con la participación de la Embajada de Estados Unidos, y que fue abortado por el Ejército Rebelde …

El difícil y heroico camino de 64 años Leer más