¿Quién reduce la imagen a aquello que nos entra por la retina? ¿Quién se atreve? Cuando soñamos, aun con los ojos cerrados, las imágenes siguen, porque las imágenes son, en primer lugar, mentales. Su conformación es el resultado de un proceso complejo de decodificación, asimilación e interpretación de lo que nos impacta.
Una imagen compromete al resto de los sentidos, atraviesa filtros de muy diverso tipo, y toca nuestras percepciones, experiencias y cultura. El sonido tiene la capacidad de evocarlas, recrearlas y construirlas.
El reconocido maestro radialista Juan Carlos Roque García, afirma que en la radio, y en especial en el documental sonoro, “el micrófono es nuestra cámara: capta, enfoca, hace el acercamiento. El documental sonoro es un trabajo de autor que permite mirar desde otra óptica, desde el sonido. Es el arte visual en la radio”.
En nuestra opinión, el término documental sonoro es más apropiado que radio documental. En el mundo interconectado de hoy, una producción sonora que aúne voces, música y sonidos (tomados de la vida real o fabricados en un estudio), no depende de una emisora radial para ser producido o transmitido; aunque aprovecha esa experiencia. Y, naturalmente, el sonido excede siempre a lo que es capaz de recoger, expandir o construir la radio.
Para la realizadora mexicana Karla Lechuga, el documental sonoro es una forma de expresión que puede usarse tanto en el Periodismo como en las Ciencias de la Comunicación, la Sociología y la Antropología. “Es una herramienta que funciona para retratar las otredades que muchas veces nos son ajenas. A diferencia del reportaje, los realizadores del documental sonoro cedemos el micrófono a quien tiene que contar la historia, que representa su vez un tema trascendente”.
Algunos documentales sonoros de notable factura, a los que hemos tenido acceso, ratifican estas palabras. Entre ellos podemos citar: Hayaca de San Luis (Lisandra Pérez-Giorkys Cedeño, Radio Majaguabo), La tremenda historia de La Tremenda Corte (Adrián Quintero, Radio Sagua), ¿Dónde estás Mr. Jones? (Carlos Figueroa, Radio Sancti Spíritus)”, Eterna Mariposa (Michael García Pérez, Radio Camoa), La pelea más pareja (Yamil Sánchez, Radio 8SF) y Juan Barona, un hombre interminable (Carlos Luis Molina, Radio Mayabeque), por solo citar unos pocos.
Un documental sonoro es más que un mero género radial. Un documental sonoro constituye en verdad, un registro de la memoria y una obra de arte, y en consecuencia, exige todo lo que es el resto de sus iguales.
Vivimos en el tiempo de la fusión y la multimedialidad, de los pódcast y el posicionamiento, de la hipercomunicación y de la también llamada “democratización de la información”. El documental sonoro puede erigirse en un producto exclusivo, en un producto estrella de la radio. Alentarlo, defenderlo y propiciarlo es una batalla a librar.