Al Bárbaro del Ritmo se le recuerda de muchas formas. Sesenta y dos años de su ausencia física no son suficientes para olvidarlo; se ha erigido para siempre en paradigma de la música popular cubana. Esta vez rememoro al Benny cuando en Radio Ciudad del Mar, allá por 1996 se grabó “Elige tú que canto yo”, radionovela de quince capítulos que narra en detalles muchos momentos estelares de la existencia del Bárbaro del Ritmo.
A la vuelta de veintinueve años, caigo en la cuenta de que aquella radionovela escrita por el periodista, investigador y crítico de cine Román Vitlloch, devino experiencia comunitaria y representó una manera, por partida doble, de honrar al Bardo Lajero.
Me explico. Sin habérnoslo propuesto en aquel momento, la radionovela “Elige tú que canto yo” fue un acontecimiento popular, tanto por la audiencia que tuvo como por la forma como fue realizada.
Escribo al respecto con propiedad, ya que me correspondió el honor de dirigirla, algo que agradezco al Premio Nacional de la Radio Fernando González Castro, quien por aquel tiempo fue mi profesor de dramaturgia y apostó por mí para ese empeño.
Aquella fue mi prueba de fuego como director de espacios dramatizados en la radio; hasta entonces me había limitado a musicales, especializados e informativos.
El primer reto a enfrentar fue la cantidad de personajes; en un mismo capítulo había muchos, en aras de no dejarle al narrador la tarea de explicar hechos. Hubo capítulos en que un personaje aparecía esa vez, y punto. Aquello que parecía ser un problema, sin darnos cuenta se convirtió en la oportunidad de “masificar” las actuaciones.
Hoy siento haber sido favorecido. Estuvieron bajo mi dirección grandes personalidades del teatro en Cienfuegos, como Aida Conde, Yolanda Perdiguer, Juan Antonio Marín y Félix Puerto Muñiz; junto con ellos otros que en la actualidad han seguido aquella trayectoria.
Aprendí mucho de aquellos actores y actrices; de ellos escuché consejos en el plano actoral. Ellos y ellas, por su parte, consideraron su primera incursión en un dramatizado de la radio como una gran experiencia. Entendieron, desde entonces, que en un teatro se le habla a un público, mientras que en un estudio radial el público se concentra en el micrófono.
El narrador fue Humberto Albanés, un indispensable de la radio en Cienfuegos. Tan solo mencionar estos nombres era suficiente para sentir la enorme responsabilidad que tenía por delante.
Pero, ¿por qué experiencia comunitaria?
Necesitaba muchos actores y actrices para encarnar tantos personajes y ser consecuente a la concepción de Vitlloch cuando escribió la radionovela. Otros profesionales de la actuación se sumaron, pero no eran suficientes. ¡Ahí lo de “experiencia comunitaria”!
Varios de nosotros nos dimos a la tarea de “crear” esos actores y actrices, y ¡salieron de entre la gente del pueblo! Fue así que captamos a quienes encarnarían los personajes restantes; eso exigía un trabajo de mesa muy por encima de lo habitual, darles algunos tips para su actuación y poner manos a la obra.
Todo salía poquito a poco. Necesitamos una actriz que encarnara el papel de Hilda Moré, la hija primogénita del Benny, y ¿quién mejor que la misma Hilda para interpretarse a ella misma? Al final ella – quien tenía una voz muy bien afinada – unió su voz a la de su papá en el bolero “Te quedarás”. Aquel logro quedó cifrado con lágrimas de emoción.
Largas tardes de grabaciones y noches en el proceso de edición, en los que resultaron decisivas las pericias técnico-artísticas de Lázaro Aguiar y Jorge Luis Piñeiro, dos figuras inolvidables de la radio en Cienfuegos.
La novela constó de quince capítulos, y fue transmitida de lunes a viernes en la tarde por Radio Ciudad del Mar. Pasó sin penas ni glorias, aunque en su momento gustó mucho a la radioaudiencia.
Las grabaciones se conservaban en cinta magnetofónica, ya que aún no se contaba con los programas de digitalización. Al paso de pocos años, nadie supo decir a dónde fueron a parar aquellas cintas. Antes de que sucediera, Román Vitlloch copió la radionovela en audio casetes y la conservó hasta su deceso.
Años después me acerqué a su hijo Sergio con la propuesta de rescatar la obra de la obsolescencia magnética y transferirla a soporte digital. Con absoluta receptividad le comentó a su mamá Irma, quien cuidaba de los casetes, y ella accedió.
Los traje a mi casa y personalmente los digitalicé. Fue una tarea de salvamento que urgía hacerse. Hoy varias personas, incluyendo a la familia de Vitlloch, conservamos la radionovela “Elige tú que canto yo”.
Ahí está, a la espera de que Radio Ciudad del Mar, o cualquier otra emisora, desee volver a transmitirla.
Salvada de la extinción, felizmente existe. A la vuelta de los años me he dado cuenta de que fue una experiencia comunitaria en cuanto a las actuaciones de personas sencillas junto a consagrados.
A muchos les agradó escucharla. Creo que al Benny también, sobre todo por la presencia de gente que, como él lo hizo en su día, se atrevieron a posar ante un micrófono e intentar hacer su propio arte.