En primer lugar debo aclarar que la fakecracia, que forma parte del título, es una muy atinada palabra de nuestro gran amigo Frei Betto, para calificar el terrible daño que ocasiona a la humanidad el mal uso de las redes sociales con fines tan malévolos como enfermar las mentes de unos 5 mil millones, con representación de una mayoría de jóvenes, siendo el odio a ultranza el germen portador de tal pandemia. Es que el mundo avaro de los grandes capitales no conoce el límite de sus propias maldades, y por tanto, ahora se empeña en lograr que esta humanidad se postre a los pies de los bien llamados odiadores –claro no tanto de pacotilla, sino de verdaderos cerebros del mal- para la dominación enajenante de las mentes.
Me parece muy útil mencionar algunas de las afirmaciones de Betto, recientemente expresadas: el odio permea las redes digitales; las Fake News provocan trastornos y estrés y depresión profunda; los asesinos virtuales se esconden tras el anonimato de las redes; niños y jóvenes corren el riesgo de ser vulnerables a la mayor fábrica de odio global inventada por el ser humano; miles de millones de dólares engrosan las cuentas bancarias de los propietarios de las plataformas digitales; y 5 mil millones de seres están conectados a las redes y pueden sufrir la enfermedad de moda, la Nomofobia (miedo irracional a no tener el móvil o a estar incomunicado a internet)
Las muy valiosas aseveraciones de Frei Betto, unidas a las de otras personalidades científicas cubanas e internacionales han coincidido en los graves peligros de continuar esta carrera de la Fakecracia de forma desenfrenada y, al parecer, incontrolable. Piense usted estimado lector (a) : por un lado las guerras, el armamentismo insaciable, el cambio climático, las pandemias y otras muchas calamidades que nos imponen las sacrosantas democracias y respetuosas de los derechos humanos, y la democracia, los mismos gobiernos que hacen gala y propaganda de tales virtudes para después utilizar sus significados como trapo para limpiar el piso, exigiendo a otros lo que ellos mismos, en la práctica, combaten.
Los millonarios del mundo, que también son dueños de las redes sociales, no las ven como algo que puede y debe resultar positivo a la humanidad, sino como herramientas para el control de las mentes y, en consecuencia, un poderío ilimitado. Está muy claro: si usted interviene la mente de las personas, sobre todo de la juventud, está comprometiendo el futuro de la humanidad, el cese de la solidaridad, las ansias lógicas de vivir en paz, la resignación para aceptar que el capitalismo es la llave del triunfo y el socialismo es la barbarie.
Deberá también aceptar que ya no debe luchar por un mundo más justo donde no impere la ley de la selva, solo tiene que habituarse a ser siervo o una simple pieza de un plan macabro que, a la postre, nos haría volver a las cavernas, y todo ello a causa del egoísmo que genera ideas tan crueles. ¿Nos entregaremos mansamente a vivir en la cultura del odio para enterrarnos en vida y convertirnos en robots? ¿Seremos de la Fakecracia o combatientes contra ella?
El momento es de lucha contra tanta maldad. No debe haber espacio para la queja ni el lamento, pero sí para enfrentarnos, con inteligencia y arrojo, al monstruo. Cesen los devaneos, las tertulias y las poses para combatir el mal, porque este asunto es de extrema urgencia. ¿Bajamos la cabeza o nos erguimos? ¿el súper objetivo del gran capital? R: Matar la rebeldía de los pueblos.
“Pesan mucho sobre el corazón del genio honrado las rodillas de todos los hombres que la doblan”. José Martí