El Yin y el Yan del entorno baracoense
A la vista, Baracoa es paisaje. En realidad es mucho más, sólo que vegetación, mar, ríos, flora y fauna son aquí una conjugación deslumbrante. Mientras eso enaltece, la salud medioambiental del territorio sugiere que estamos en una burbuja expuesta a desinflarse. “La fragilidad del medio ambiente puede sentirse de un momento a otro”, precisa Ricardo Suárez Bustamante, delegado del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) en este municipio, para alertar sobre posibles secuelas si no obramos en consecuencia con la naturaleza y la ciudad.
Una mirada desde fuera permite celebrar: el potencial de recursos naturales de la región que exaltó Cristóbal Colón en su viaje aquí es notable y exhibe exclusividades en el archipiélago cubano y el Caribe insular, al punto que algunos científicos persisten en hablar de una naturaleza virgen.


Qué difícil se hace escribir sobre una persona, de la que tanto se ha hablado no sólo en Cuba sino en el mundo. Ese universo que ella logró conquistar con talento, versatilidad y eso que según ella me dijo un día, llaman ángel, —porque siempre al verla en un escenario, a través de la pantalla o personalmente, le caía bien a la gente.—
Tal fue el llamado que la Naturaleza emitió, para reclamar la atención en torno a un sitio que –conocido como LOS CANGILONES DEL RÍO MÁXIMO- resulta orgullo justificado para varias generaciones de camagüeyanos.
El central Jesús Menéndez –antiguo Chaparra- aún es evocado por los habitantes del más norteño municipio de la oriental provincia de Las Tunas. Sus pobladores guardan con asombrosa fidelidad, recuerdos del olor a caña, el bagacillo inevitable de la zafra, la emocionante atmósfera de la molienda, el ajetreo de los obreros, el silbido fragoso de la fábrica, que parecía regir sus vidas…