Desde hace algún tiempo, la dirección del Portal de la Radio Cubana me había sugerido que entrevistara a la locutora camagüeyana Mireilys Rollán Pino, quien ejerce como profesional de la palabra hablada en la emblemática emisora Radio Cadena Agramonte.
Una circunstancia específica facilitó que estableciera contacto digital con mi interlocutora, que es graduada de Lengua y Literatura Inglesas en la Universidad de Camagüey, y ejerció la docencia superior en la Universidad de Ciencias Médicas de Camagüey hasta su entrada, por la puerta ancha, a la radiodifusión: primero en Radio Camagüey, y posteriormente, en Radio Cadena Agramonte, a solicitud expresa de la entonces directora de dicha emisora provincial.
¿Cuáles fueron los factores motivacionales que inclinaron su vocación hacia la radio; medio masivo de comunicación, cuyas ondas hertzianas entran a los hogares cubanos y de todo el orbe (por audio real, en Internet), con permiso o sin él?
La radio me acompañó desde que tengo uso de razón, en casa de mis abuelos paternos se encendía a las 5 de la mañana con Radio Reloj. Ya en el día se escuchaba de todo, recuerdo con mucho cariño Alegrías de Sobremesa, por Radio Progreso y Zafra Musical, por Radio Cadena Agramonte. Son programas que recuerdo con mucho cariño junto a otros que me hacían soñar. Siempre tuve una inclinación por las artes; sin embargo, estudié Lengua Inglesa. La docencia me acercó mucho a la comunicación y nunca dejé de soñar. Voces como Josefa Bracero, Martha Verónica Marcel y Gladys Goizueta me hicieron seguir soñando.
Sabía que algún día entraría por las puertas de una emisora. A los treinta y tres años, cuando el profesor Francisco Rivero me escogió para un curso. No era el momento porque ese mismo año tuve a mi hija Miriam y tuve que volver a posponer, pero los sueños no se abandonan y ya hace un tiempo logré graduarme de un curso con colegas maravillosos y la profesora Yanet Labastida Bautista. La motivación estaba intacta y así lo demuestro en cada espacio radial en que participo. Son las horas más felices de mi vida las que dedico a la cabina y comparto con la audiencia excelente de la emisora.
¿Qué connotación especial tiene para usted la frase paradigmática del maestro Manolo Ortega: «la radio es sonido para ver», y cómo logra concretar, en la praxis artístico-profesional (sí, porque la radio tiene un marcado componente artístico), esa frase (o mejor, aforismo radiofónico) de una de las voces emblemáticas de la locución cubana?
Sí, esa frase del maestro define a la locución cubana, nuestro país tiene una historia radial legendaria, nuestros radialistas hacen magia solo con la voz, la historia de Cuba atesora muchas anécdotas acerca de cómo la radio narra historias, transmite sentimientos, cultiva, entretiene y educa; todo ello con un solo instrumento: la voz humana. Solo cuando se hace radio con el corazón, las personas ven con el oído. Es difícil lograr integrar una técnica de locución depurada y a la vez transmitir naturalidad y que el oyente experimente emociones, que asimile una noticia con claridad conceptual, que reflexione y aprenda sobre lo que la voz en la radio le está diciendo. «Sonido para ver», sí pero solo cuando se hace radio desde el corazón se logra ver con el sonido. Eso es lo que pretendo siempre.
De las muchas anécdotas y experiencias registradas en su memoria poética en relación con el ejercicio de su profesión ante los micrófonos de la emisora provincial Radio Cadena Agramonte, de Camagüey, ¿podría relatar alguna que le haya dejado una huella indeleble en la mente y en el alma?
Me encontraba haciendo el programa Luces de la Sabana, programa dedicado a personalidades relevantes del territorio cuando me dicen que iba a entrevistar a José Alberto González Quiroga, radialista con más de cincuenta años como primerísimo actor, director de programas de radio y en su última etapa de vida se desempeñaba como director del grupo dramático «Nino Moncada», me puse nerviosa porque entrevistar a alguien así, con tanto camino recorrido, era todo un desafío. La entrevista ocurrió en febrero y fue la última que se le hizo al maestro porque falleció en mayo. Así que fui la última persona en entrevistarlo en vivo. Eso es un logro personal, un recuerdo muy lindo que tendré siempre en mi desempeño como locutora.
En el campo de la radiodifusión propiamente dicha, ¿en qué tipo de programas le agrada participar y cuál es su opinión acerca de la entrevista como género periodístico en el contexto radial?
Me gustan mucho los programas culturales, pero nunca digo que no a nada porque la radio toda es apasionante, prefiero los programas culturales con entrevistas, porque, en mi opinión, la entrevista es un recurso comunicativo que permite al oyente escuchar de primera mano toda la información sobre un tema en específico que ningún escritor por más que investigue podrá reflejar en su producción literaria.
La entrevista debe ser natural como si se estuviera conversando con un amigo, pero exige una buena preparación por parte del locutor. Supone un reto enorme porque hay que estar pendiente de la parte técnica y a la vez no se puede perder el hilo de la conversación para conducir al interlocutor a lo que realmente se quiere. Es difícil, pero muy importante la entrevista.
¿Cuáles son sus proyecciones intelectuales y espirituales en el medio donde se desenvuelve con la profesionalidad que la caracteriza e identifica en la radio insular?
Primeramente, quiero que los oyentes me quieran, que sientan que los acompaño en su casa o en su trabajo, esa conexión espiritual es esencial para mí. Yo sentía que Gladys Goizueta me acompañaba, ella entraba todas las tardes en mi casa y eso es lo que más quiero. La radio cubana es una radio seria, con una trayectoria sólida en el continente, quiero que un día me recuerden por ser natural, solo eso. No tengo ambiciones de escalar a cargos ni nada que pueda alejarme del oyente, la radio no es más que entrega y compromiso con esos oídos ávidos que te esperan.
¿Algo que desee añadir para que no se le quede nada en el tintero?
Agradecer especialmente a varias personas; a mi profesora y amiga Yanet Labastida Bautista, a Alicia Sosa Velázquez por permitir mi entrada a Radio Cadena Agramonte cuando era la directora, a Joaquín de Varona Lezcano, quien escuchó mi voz y me llevó al curso. A otros directores: Dervis González, Yanko Molina, Luis Carlos Céspedes Fernández; personas entregadas a la radio y que no dejan de formar con afecto, cariño y respeto a los actuales radialistas. Ellos son los responsables de que me haya enamorado del medio, pero el agradecimiento especial es para los oyentes, cada uno de ellos me empuja a tener mayor compromiso para regalarles mi mejor trabajo.
Tampoco puedo dejar de mencionar el apoyo de mi padre Ricardo Rollán, quien es mi mayor crítico, mi hija Miriam que me acompañó en las clases y fue mi primera oyente y a mi esposo Francisco Delgado por entender que soy una radialista apasionada y comprometida.