El hombre, la radio y el medio rural (II)

Para la Radio Cubana resulta de interés vital tener en cuenta lo socioeconómico, socio demográfico y sociocultural en su tratamiento a la realidad del medio rural, pues ello implica la intencionalidad hacia estos intereses en la programación en su conjunto no limitada sólo a un programa o espacio determinado y se logra a partir de considerar las características de la población rural, del sector agropecuario y tradiciones del campo en cada territorio.

Existe en el Instituto Cubano de Radio y Televisión una política de programación para ambos medios la cual establece una estrategia que abarca aspectos funcionales, formales, temáticos y de intencionalidad de destinatario los cuales tienen que ser considerados por las entidades al diseñar su programación y desarrollar la misma.

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El hombre, la radio y el medio rural (I)

Informamos el dia a dia en cada rincon de la islaEl medio rural adquiere en nuestro país una importante trascendencia teniendo en cuenta que una serie de acciones en la vida económica y social de Cuba se hallan estrechamente vinculadas a la dinámica del campo.

La agricultura, ganadería, explotación forestal entre otras actividades productivas, se desarrollan en lo fundamental en las áreas rurales, donde reside una parte importante de la población cubana y existen tradiciones culturales que es necesario preservar como parte de nuestra identidad como nación.

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La Radio: naturaleza y elocuencia

Lograr que los programas de radio sean atractivos  ha sido una máxima para los que hacemos la labor de difundir espacios de música, noticias, variados y otros a través del éter. No basta con ser periodistas, conductores y comunicadores  con un alto nivel profesional y cultural, se necesita además ser ameno, respetuosos, alegres y amantes de la naturaleza.

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El hombre de la edad de oro

Portada del Libro de la Edad de OroExhibo con orgullo la portada de este libro. Desaliñada por el paso del tiempo y el uso continuado – para eso son los buenos libros – la contemplo hoy, a la vuelta de cuarenta y siete años más hermosa que nunca; incluso más que aquel lejano día cuando uno de mis tíos me lo trajo como regalo que hoy le agradezco como nunca antes porque con apenas diez años, a veces no se puede estimar el valor de un buen libro. Es la etapa de jugar, vivir despreocupados de muchas cosas que nos rodean, excepto del afecto filial – ¡del que disfruté abundantemente! – y sólo al pendiente de la escuela, las tareas, el rato de jugar y ese instante, casi ritual, de sentarnos a la mesa para degustar el diario sustento.

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