De momentos dramáticos está plagada la historia olímpica, en los cuales los protagonistas demuestran vergüenza deportiva a raudales. Uno de ellos aconteció durante la prueba del relevo 4X200 metros de la natación en Londres-1908, cuando los húngaros aventajaban fácilmente a los ingleses.
Entonces el mejor tritón magyar de la época, Zoltan von Halmay, se lanzó al agua para la última posta, y ya cerca de la meta se acalambró y se hundió. Con gran esfuerzo volvió a la superficie, pero inexplicablemente tomó un rumbo lateral. Nuevamente reaccionó y volvió a la línea, pero más adelante se hundió una vez más y de nuevo emergió para terminar trabajosamente en segundo puesto.