Más allá del aire glamuroso y del traje que llevaba como una rosa, más allá del esplendor que recordaba la belleza de todas las épocas, más allá de las luces y de un teatro que reunió a un público fervoroso y de la multitud desconsolada en la acera de Prado porque se agotaron las entradas ( como en los tiempos del Mella y el Amadeo Roldán), más allá del homenaje a uno de los más largos y luminosos periplos artísticos, la función del 2 de abril de 2019 en el Gran Teatro de La Habana quedará en la historia como la noche de una emoción suprema en la trayectoria artística de Rosita Fornés. La única vez en su vida en que la estrella no pudo salir al escenario para agradecer los aplausos de sus admiradores.