El Kinde, entre la risa y el deber
Parece ser que nadie sabe con exactitud cómo un día de hace muchos años, Kindelán llegó a sentarse para dominar el sonido y hacer que la voz humana viajara tan lejos como la imaginación, pero lo que sí es seguro es que al menos la señal que anidó en sus manos tuvo la vestimenta de su inusual modestia… sí porque William Kindelán, (El Kinde como todos le llamábamos), era de esas personas que prefería el silencio de su presencia ante el eco de su nombre y ahora que se fue hacia otras dimensiones de la existencia, se impone el recuerdo y la mirada a través de la lágrima.