Testimonio en Santiago de Cuba al pie del peligro
GUANTÁNAMO. –«Quédate, papá, no te vayas». El verbo censurado por la garganta; las pupilas nubladas por el dolor. El padre no respondió, no miró. Dirigirle una mirada o una palabra habría sido cruel para la inocencia que indagaba sin quitarle los ojos de encima: «papá, ¿pa´, dónde te llevan?, ¿y cuándo tú viene’?».