El año 1967 devino fabuloso para la música cubana. Casi al mismo tiempo que Silvio, Pablo, Vicente, Leo y Noel hacían germinar la Nueva Trova, se grabó un disco que estremeció a todos, en especial a los más jóvenes.
Con elegancia y cubanía apareció un sencillo de 45 r.p.m. con los temas “Pastilla de menta” y “Guajira guantanamera”, innovación nunca antes concebida. Otras joyas de esta organización orquestal son la versión de “A Santiago”, de Juan Almeida, y El Niche, también con la presencia de Rafael Somavilla.
De alquimia sonora – incluso magia -, se puede calificar aquella fusión de ritmos en que lo foráneo se subordinó a la grandeza nacional. Algo logrado por Armando Romeu, director de aquella orquesta que apenas emergía: un músico de la Radio Cubana.
Desde 1959 se desempeñaba como director de la Orquesta del Instituto Cubano de Radiodifusión, posteriormente ICRT. Marcó un antes y un después en la Radio Cubana. Con su talento fusionó ritmos afrocubanos con el jazz y la música clásica, algo logrado con maestría.
Marcó una pauta que fue más allá de la música que compuso. Como embajador cultural, llevó a la música cubana a lo más alto. Su nombre resuena por el talento y la creatividad que supo desbordar, mientras que su música trazó un recorrido de excelencia.
De niño, fue precoz. A los ocho años ya ocupaba el puesto de primer flautín en la Banda Municipal de Regla, y con trece alternaba en el Jockey Club capitalino – lugar de encuentro para músicos de jazz y otros géneros en las décadas del 20 y 30 del siglo pasado. Tiempo después tocó como saxofonista en el cine “Céspedes”, con el pianista Nacho Alemany, y en el Casino Nacional con la banda de Earl Carpenter.
En 1926 se vinculó a una orquesta de jazz. Entre 1929 y 1930 tomó parte en varias orquestas, una de ellas la “Siboney”, de Alfredo Brito, con la que amenizaba en el Country Club habanero para en 1932 viajar a España, Francia y Portugal.
Regresó a la patria donde fundó su propia orquesta que luego se desintegró. Después otra, con la que se presentaba en el Cabaret Mitsouko; en 1936 se presentó en el Hotel Nacional y emprendió gira por América del Sur, hasta que la nueva organización orquestal se desintegró en Buenos Aires; entonces pasó a tocar el saxofón tenor con la orquesta jazz band de Paul Wyer.
Regresó a Cuba para integrarse a la orquesta Casino de la Playa. Un día de 1940 fundó con el trompetista Luis Escalante la Orquesta Bellamar cuyo debut tuvo lugar en cabaret Sans-Souci. La disolución de la orquesta coincidió con el cierre del Sans-Souci. Fue la ocasión para crear una tercera orquesta que de 1942 a 1967 hubo de presentarse en el Cabaret Tropicana. En aquel mismo lapso de tiempo, en 1959, lideró la orquesta de la CMQ, posteriormente del Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR, años después ICRT).
En 1967 fue uno de los fundadores de la Orquesta Cubana de Música Moderna, la cual dirigió. También lideró la Orquesta de Música Moderna de Santa Clara.
Además de compositor, músico y director de orquesta, se destacó por su labor pedagógica. En colaboración con el pianista Frank Emilio, diseñó un método para enseñar a escribir música a compositores invidentes, y un nuevo sistema de notación Braille, para enseñar las estructuras armónicas. También impartió clases de música en Nicaragua y la ex Unión Soviética.
Armando Romeu revolucionó la música en Cuba mediante la mezcla de géneros y estilos. Sus arreglos orquestales son obras de arte que sobresalen en medio de la riqueza musical cubana. Su trabajo en la radio y el cine enfatizó su popularidad en todo el mundo.
Como defensor de nuestra identidad cultural, promovió los ritmos tradicionales. Ejerció una influencia que fue desde la música popular hasta el jazz y la música clásica. Su obra testimonia su genio y capacidad para innovar. De esa forma ha devenido referente que sigue inspirando a nuevas generaciones.
Autor de obras como “Mocambo” “Mambo a la Kenton” y “Momento español”, Armando Romeu, descendiente de grandes cultores del pentagrama en Cuba, será siempre un músico de la Radio Cubana, institución que se enorgullece en contarlo como parte de su historia.