Subversión político-ideológica, arma imperialista contra Cuba

La actual administración del presidente estadounidense, Donald Trump, promueve con saña la subversión político-ideológica contra Cuba, como arma fundamental de su quehacer exterior, para propiciar un cambio de gobierno en el país.
Tal arremetida es parte de la guerra no convencional que, pese a su fracaso, a lo largo de la historia han potenciado Ejecutivos norteamericanos, con el uso de la propaganda a través de medios de comunicación mercenarios, cuyos agentes pagados por el imperialismo intentan denigrar la imagen de Cuba, de sus principales líderes y el pueblo.

Como han afirmado especialistas, tal mecanismo forma parte del golpe blando, que intenta debilitar la cohesión nacional desde dentro, no solo con información (muchas veces fake news), sino también con sanciones económicas y presión militar que obligan al estado a hacer gastos en el sector de la defensa en aras de preservar la soberanía nacional.

En un programa televisivo, el prestigioso diplomático y académico, Carlos Fernández de Cossio, señalaba que las redes sociales devienen escenario empleado por los operadores enemigos contra la Isla.

Sostenía al respecto que se trata de impedir el conocimiento de lo que sucede en la realidad cubana, “una realidad virtual que nada tiene que ver con lo que pasa en este país”. Y enfatizaba: En las redes sociales se promueven la banalidad y marginalidad para establecer un bloque de incomunicación que tergiverse lo que se hace en el territorio nacional.

Muchos de los operadores pagados por su amo yanqui en su incesante bombardeo contra Cuba obvian difundir que, pese a las dificultades derivadas en lo fundamental del bloqueo, este pequeño país, con gran potencial científico, en los últimos tiempos obtuvo logros del llamado primer mundo, como la creación de vacunas contra la Covid-19, lo cual permitió salvar miles de vidas.

Bajo el principio de mantener la igualdad y justicia social desde el triunfo de la Revolución, el primero de enero de 1959, también la población cubana se beneficia de políticas de gratuidad en ramos como la salud, la educación y el deporte, entre otros sectores.

Y esos reconocidos avances se obtienen en el contexto de constantes amenazas y sanciones lesivas de Estados Unidos contra la soberana nación, cuyos dirigentes denuncian que Washington refuerza su campaña de descrédito anticubana y de intimidación a terceros, fundamentalmente latinoamericanos, europeos y caribeños.

Como expresara el presidente, Miguel Díaz-Canel, en el discurso de clausura del X pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, celebrado a principios de julio último: “Cuba vive y resiste hace más de 60 años bajo condiciones de guerra. Todos los días caen a nuestro alrededor las bombas de la guerra económica que bloquea, que obstaculiza, que frena o ralentiza todos los esfuerzos, y las bombas de desinformación, de distorsión y de odio que envuelven a las primeras”.

 

El gobernante cubano exponía, asimismo, que “la maquiavélica combinación no solo tiene el objetivo de destruir los escasos recursos de un país pequeño cercado por un imperio en los desesperanzadores tiempos que vive toda la humanidad. El propósito más perverso es que la nación se fracture y que la víctima termine culpándose a sí misma y no al victimario. Los efectos de esas bombas se ven y se sienten en la desafiante realidad cubana del día a día”.

 

Ante los espurios propósitos del actual gobierno estadounidense, enfrascado en una cruzada contra las misiones médicas cubanas en el exterior para denigrar su imagen y por ende la de la Revolución, el propio Díaz-Canel sostenía que se imponen acciones concretas e inmediatas que ayuden a superar la profunda crisis económica que tanto daño está haciendo al tejido espiritual de la nación.

“Hoy más que nunca se reafirma que esas soluciones dependen por entero de nosotros, en un contexto altamente desafiante y amenazador”, apostillaba en su alocución el Jefe de Estado.

 

En aras de contrarrestar las campañas de desinformación del enemigo imperialista, politólogos como el argentino Atilio Borón, han expresado que en el campo mediático se trata de derrotarlo volviendo en su contra sus propias armas.

 

Otros también afirman la necesidad de que, para conocer las realidades del pueblo cubano, debe potenciarse el contacto y el diálogo con el pueblo norteamericano, a lo que se opone la mafia anticubana de Miami y sus acólitos oligárquicos en aras de ocultar la verdad de cómo vive y funciona este solidario Estado soberano.

 

Para desbaratar los discursos de odio y enfrentar la calumnia y la desidia en el ámbito mediático, a la par de fortalecer la comunicación política institucional y social, el Partido y Gobierno cubanos abogan por potenciar la unidad nacional y perfeccionar la labor ideológica a escala nacional, mediante la formación de valores patrióticos y revolucionarios en las nuevas generaciones.

 

De esa forma, sin dudas, junto a otras acciones podría derrotarse la criminal y desacreditada estrategia de guerra convencional contra Cuba.

Autor

  • Oscar Bravo Fong

    Colaborador de la Radio Cubana. Labora en la Agencia Prensa Latina y trabajó en el Periódico Trabajadores. Colaboró con otras publicaciones de Cuba y México. Cumplió misiones como corresponsal en Angola, Chile y Siria. También dio cobertura a las misiones médicas cubanas en cuatro países de África: Guinea Ecuatorial, Ghana, Mali y Gambia. Varios de sus trabajos periodísticos se publicaron en el libro "Heraldos de la Salud y la Vida".

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