En abril de 2022, la Dra. Sc. María del Carmen González Rivero, directora de la publicación digital Horizontes del Bibliotecario, que edita la Biblioteca Médica Nacional (BMN), tuvo la gentileza de invitarme a disertar acerca de la creatividad en el evento CREATIBI
En ese contexto académico, la también bibliotecaria y periodista me pidió que le diera a dicha intervención especial una forma jocosa: cazar «auras tiñosas», las cuales simbolizan los disímiles problemas objetivo-subjetivos que suelen presentársele al bibliotecario durante el ejercicio de su profesión; situaciones problemáticas que requieren solución urgente. En síntesis, que encierre a esas «aves de mal agüero» en una jaula, que representa la eliminación de los problemas que afectan la calidad de la labor bibliotecológica que realiza el profesional de la información científico-técnica.
No sé por qué asociación de ideas, se me ocurrió extrapolar ese tema de palpitante actualidad al campo del periodismo, profesión ejercida con dignidad por el venerable padre Félix Varela, José Martí, don Enrique José Varona y don Juan Gualberto Gómez, entre otros eminentes profesionales de la prensa, que lo han dado todo —hasta la propia vida— por enaltecer el periodismo cubano revolucionario y exaltarlo a la cima de la cultura insular.
No voy a repetir aquí lo dicho por varios expertos que han estudiado y desarrollado esa compleja línea temática, sino que voy a proponer nuevas formas de buscar y encontrar la creatividad para resolver cuanta situación anómala interfiera con las actividades periodísticas en el medio radial, donde este cronista desenvuelve sus actividades habituales.
Quisiera comenzar definiendo la creatividad, la cual no es más que la «facultad de crear en general. Capacidad para realizar obras artísticas /o de índole intelectual], u otras cosas que requieran [el uso de la] imaginación».
En mi humilde criterio, la creatividad humana implica inteligencia global y emocional; una gran imaginación para establecer relaciones de causa-efecto entre las cosas que —supuestamente— contribuirán a eliminar cualquier dificultad que surja en el ámbito periodístico radial; capacidad de resiliencia para levantarse cada vez que se resbala y cae, como consecuencia de las piedras que el trabajo radiofónico diario coloca en el camino; madurez intelectual y emocional para tolerar las frustraciones propias de una labor que exige consagración en cuerpo, mente y alma, y, por ende, convertir los reveses en victorias (como nos enseñara el Comandante Fidel Castro Ruz); estar seguros de lo que sabemos, pero todavía más, de lo que ignoramos o desconocemos, porque —según Juan de la Cruz, una de las mejores voces líricas de las letras hispanas y universales— «para ir a donde no sabes, haz de ir por donde no sabes»; estar preparado para darlo todo sin esperar nada a cambio; por último, y no por ello menos relevante, percibir el periodismo radial en tanto ciencia y profesión, como fuente nutricia de ética, patriotismo, humanismo y espiritualidad.
Aquí tienen las herramientas teórico-conceptuales y metodológicas, así como las que dependen de las características personográficas del periodista que ejerce su profesión en la radiodifusión, para desarrollar al máximo la creatividad, o mejor, para comenzar a enjaular a las «auras tiñosas» que se atrevan a sobrevolar por encima de la labor diaria en el contexto periodístico radial.
No obstante, deben intelectualizar y espiritualizar esos recursos, al igual que lo hacen los bailarines con la técnica académica y la interpretación teatral, para alcanzar el virtuosismo técnico-expresivo, y los colegas de la prensa radial para comunicarse mejor con nuestros destinatarios, y, en consecuencia, obtener la excelencia en el ejercicio de nuestra sagrada profesión.