Otra vez octubre, un mes especial para festejar la cultura cubana: del campanazo cespediano a la conciencia nacional.
¿Qué momentos de la cultura cubana, ardorosos y públicos, no han llegado a nuestras emisoras de radio, desde Sandino hasta Maisí? ¿Qué confesiones, historias y diálogos, no han brindado a sus oyentes, grandes personalidades de la intelectualidad y el arte? ¿Cuántas veces no hemos sido conmovidos, y educados con sus realizaciones?
La radio es ubicua. Nos acompaña mientras intentamos acomodar el día a día, en medio de no pocas complejidades.
Nunca olvidaré el reto de contar en la radio, en unos pocos minutos, cómo se salvó el primer bolero del mundo, Tristezas. El nieto de Pepe Sánchez, era un reconocido director radial y productor discográfico, hizo un viaje en el tiempo y me contó de esos rescates, frustraciones y ¡al fin! en 1987, la aparición del disco que registró sus temas más famosos. Lo intenté. Síntesis y música, hasta atrevidamente canté un fragmento, la atmósfera me lo pedía…
CLIC-De cómo se salvó el primer bolero «Tristezas»
También recuerdo haber irrumpido en un hotel, haber interrumpido la mesa de un teatrista de la talla de Rubén Darío Salazar, el director de Teatro de las Estaciones, ese artista que ha paseado por medio mundo la imaginación profusa del color, la poesía y el gesto. Le pedí que me acompañara a mi programa de radio y no lo dudó un instante: partimos bajo el sol, felices, a pie, comprometidos con ese instante mágico donde un artista se comunica con su público.
He tenido la suerte indecible de intercambiar con figuras de la talla de los inolvidables intérpretes Rosita Fornés y Compay Segundo, con escultores como Alberto Lescay y Rita Longa, cineastas como Santiago Álvarez y Humberto Solás, teatristas como Fátima Patterson y Miriam Muñoz, escritores como Nersys Felipe y Dulce María Loynaz, maestros de la danza como Alicia Alonso y Eduardo Rivero, con promotores e instructores tan infatigables como María Luisa Soria (Chuchi) o Ricardo Martínez, con radialistas como Joaquín Cuartas y Guzmán Cabrales.
La radio ha sido el pretexto y la cobija. De cada conversación, han emergido pasiones y lecciones, muchas de ellas para toda la vida. Por suerte, la cultura no es una obra de arte, un estilo ni un nombre: la cultura es el espíritu que nos enlaza, que nos eleva.
Estos octubres donde la patria abraza al investigador y al comparsero, al coro aficionado y al solista lírico, al decimista improvisador y al novelista famoso, al maestro y al estudiante. Todos aportan sus matices y experiencias hasta componer el gran mosaico, la mixtura, el ajiaco en cocción permanente que es la cultura cubana.