Alina Perera Robbio, HABLANDO CLARO

 Ella toca el detalle y le ausculta la grandeza. En la galería de cronistas del periodismo cubano, es una de sus gemas. Basta asomarse al periódico Juventud Rebelde, a libros de su autoría como Las vidas que tengo y Buscándote Julio; a otros de  pluma compartida como Voces del milagro o La cuadratura del círculo.

Ella es una de las voces que explora los fulgores, que hurga en  las angustias, que desanda la Cuba profunda, la Cuba querida, en el programa “Hablando Claro” de Radio Rebelde, poco después del mediodía, de lunes a viernes.

Nació en La Habana, en 1971, creció en el Cerro, y desde la adolescencia vive en Centro Habana. Ella es Alina Perera Robbio.

“Era una recién graduada del Periodismo, cuando el maestro de la radio y de la vida, Antonio Moltó Martorell ―que era ferviente defensor y promotor de la juventud―, me propuso laborar en el fascinante mundo de la radio. Hizo más de un intento, porque más de una vez me le escapé diciendo que yo no podría. Hasta conduje por unos días el espacio Haciendo Radio, de Radio Rebelde, hasta que sentí que no aguantaría los levantones en la madrugada, y me fui de allí, a donde Moltó me había llevado con tanta ilusión.

“Pasaron los años,  seguía mi camino profesional en el periódico Juventud Rebelde, hasta que un buen día, hace ya más de una década, José Alejandro Rodríguez me invitó a  incursionar en el programa ‛Hablando Claro’, también de Radio Rebelde.

“Allí estaban las voces de colegas de renombre como el queridísimo Moltó y Luis Sexto. Yo empecé con mucho temor, hasta que me fui expandiendo como una galaxia en aquel universo de la voz y del concepto. El comienzo fue posible por la petición de un colega, y por un gran atrevimiento de mi parte; pero me alegro de haberme atrevido, porque ese espacio radial ha sido una escuela extraordinaria para conocer el arte de comunicar. Y trabajar entre maestros me ha hecho una suerte de discípula, de ‛joven promesa’ feliz.

Tras casi treinta años en el Periodismo, Alina confiesa que le ha gustado ser casi todo el tiempo, como dijera el Gabo, una “soldado rasa”  del oficio. La había escuchado la había leído; pero tan solo la conocí personalmente a finales de 2023, mientras presentaba mis libros en la sala Villena de la UNEAC. Crecí, cuando la abracé.

Periodismo de opinión

Opinar es piedra de toque en la comunicación masiva: presupone una alta  responsabilidad, explorar argumentos y asumir riesgos. Una sociedad no puede vivir sin esa práctica. Alina Perera Robbio bien lo sabe…

“El periodismo de opinión es para mí un género de lujo dentro de la profesión nuestra. Se ejerce cuando ya el artífice ha madurado en su pensamiento, cuando hay una reserva de ideas que permiten desarrollar temas y hacerlo con equilibrio y profundidad. Hacen falta cultura, autorregulación, manejo suelto y elegante del lenguaje, mucha capacidad de análisis, y vocación innata para ejercer el criterio».

“Cuba está muy necesitada del periodismo de opinión, porque ese modo de asumir el oficio da luces, puede entrañar profilaxis, puede encender la alarma sobre los múltiples problemas que nos hacen la vida más difícil, puede invitar a muchos a reflexionar, lo cual sería muy bueno para la sociedad.

“Buscando ejemplos hablaré ahora de una vez en Juventud Rebelde, cuando escribí ‛Tráfico de regalías’ (tenía que ver con quienes se atrevían a poner precio a determinados servicios de alto valor social). El texto, escrito a principios del siglo XXI, llamó la atención del Comandante en Jefe Fidel Castro, quien escribió una reflexión, publicada en Juventud Rebelde, tomando como punto de partida la opinión que yo había compartido.

“Aquello tuvo un alcance inolvidable para mí, porque se trataba de un asunto muy delicado y que había que ventilar entre todos. La reflexión del Comandante es profunda y hermosísima ―hasta del ábaco habla en sus líneas―, y merece ser leída, pues no ha perdido vigencia”.

¿Y la radio, en qué lugar la tiene, como la aprieta contra sí, cómo la aquilata?

“La radio sigue siendo para mí, en esta Era de los grandes satélites, el medio más poderoso, porque tiene un alcance incalculable, porque es el mundo noticioso o de novelas en el cual pueden ser felices, o no, los más pobres. Cuando hay catástrofes naturales, un radio aficionado puede desempeñar un papel salvador cuando los demás medios han enmudecido por razones técnicas.

“La radio ofrece la libertad expresa de imaginar compañías, estampas, situaciones diversas. Nada compite con ella en complicidad con el receptor. Hay quienes piensan que la televisión es casi todo; hay quienes creen que la radio es de una época pretérita; pero se equivocan, porque ella es la que se escucha cuando se está en movimiento, (al volante, por ejemplo), y porque da la oportunidad de estar con ella mientras hacemos cualquier otra cosa. No creo que se trate, por su naturaleza y alcance, de un medio menor”.

Alina Perera me dice que adora esa frase que define al mundo radial: «Sonido para ver». Yo también.

Autor

  • Reinaldo Cedeño Pineda

    (Santiago de Cuba, 1968) Licenciado en Periodismo (1991) y Máster en Comunicación Social por la Universidad de Oriente (2004). Recibió la Distinción por la Cultura Nacional y el Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro (2021) por la obra de la vida. Alcanzó el premio de los concursos nacionales de poesía Hermanos Loynaz (2011) y Regino Pedroso (2014). Premio Latinoamericano de Crónicas (Portal Nodal Cultura, 2016). Entre sus libros: A capa y espada, la aventura de la pantalla (2011), Poemas del lente (2013), La noche más larga. Memorias del huracán Sandy (2014), Ser periodista, ser Quijote (Ediciones La Luz, 2019) y Las pequeñas palabras (2019). Miembro de la UPEC y de la UNEAC. Actualmente es realizador de la emisora Radio Siboney.

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