El bloqueo contra Cuba existe, pese a falacias de Estados Unidos

No resulta racional ni ético que el actual gobierno de Estados Unidos ante apabullantes cuestionamientos de la comunidad internacional, niegue de forma desfachatada que es inexistente el recrudecido, criminal y prolongado bloqueo contra Cuba.

Ante la perplejidad del mundo, mediante cartas a diversos gobiernos, la administración del presidente, Donald Trump, que arropa a su calumnioso secretario de Estado, Marco Rubio, intenta negar los efectos de las unilaterales medidas que dañan de forma directa al pueblo cubano y la economía nacional.

Precisamente, esta semana el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, denunció la campaña de descrédito y las presiones sobre terceros países por Washington con el propósito de que varíen su histórica postura a favor de la resolución cubana contra el macabro mecanismo.

De acuerdo con el también miembro del Buró Político del Partido, Rodríguez, las campañas intimidatorias y engañosas de la administración norteamericana se ejercen en lo fundamental hacia Estados, especialmente de América Latina y Europa, los cuales desde 1992 votaron en las Naciones Unidas a favor de la resolución para erradicar el referido engendro.

Sin dudas, esta arreciada operación estadounidense aumentó su presión a medida que se acercan los días 28 y 29 de este mes, cuando se efectuarán los debates de dicha resolución en el seno de las Naciones Unidas.

Los hechos son, sin embargo, más elocuentes que cualquier palabra vacua. Aunque el bloqueo existe desde hace más de 60 años, el Ejecutivo de Trump, en su afán de destruir la Revolución Cubana, como sus antecesores, desde su primer mandato ha apretado las tuercas contra Cuba, sin importar el daño que causan tales medidas.

Como expusiera en un reciente evento en La Habana el Coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas en Cuba, Francisco Pichón, la política norteamericana deviene obstáculo para el desarrollo del país.

Dicho engendro le impide a la nación caribeña el acceso a créditos, financiamientos, inversiones, tecnologías, infraestructura y a plataformas globales, entre otros males.

Citada por medios de prensa, la presidenta de la Asociación Cubana de Naciones Unidas, Norma Goicoechea, consideró que el bloqueo, al que calificó como un acto de genocidio, vulnera los principios de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Entre estos se encuentran el socavamiento de la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible, la cooperación internacional y la defensa de los derechos humanos.

Seguramente el lector cubano como este redactor han vivido en carne propia los malsanos influjos del cerco contra Cuba, el cual limita la entrada de divisas al país y erosiona a sectores básicos como la agricultura, el transporte, el turismo y el campo de la medicina, afectado a su vez este último por la falta de suficientes medicamentos que no se pueden comprar en el mercado norteamericano.

En el plano externo, además del cierre de las remesas procedentes de familiares de cubanos, entre otras medidas, Washington le prohíbe a sus ciudadanos visitar la Isla, lo que contraviene sus derechos, y también persigue las transacciones financieras con dólares y a los barcos que transportan petróleo a La Habana.

Por otro lado, Cuba, nación que exporta médicos y no bombas y cuya población ha sido afectada en su seguridad alimentaria y salud, ha sido incluida nuevamente por el gobierno de Trump en la lista de países que supuestamente patrocinan el terrorismo.

Aunque el propio gobierno cubano reconoce que algunos problemas pudieran resolverse internamente con una mejor gestión e iniciativas, lo cierto es que el peso del bloqueo es innegable, con su entramado de leyes y medidas anti cubanas muchas de ellas extraterritoriales que afectan incluso a terceros países.

Tales disposiciones “buscan la implosión de la Revolución mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales”, como lo expresara hace 65 años el entonces Subsecretario Adjunto de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Lester D. Mallory.

Si alguien tiene dudas aún con los elementos aportados de que el bloqueo estadounidense no existe, baste decir que, de acuerdo con datos oficiales, las pérdidas de esta nación caribeña en más de seis décadas como consecuencia del cerco causaron daños y perjuicios materiales a Cuba estimados en unos 170 mil 677 millones de dólares.

Tampoco se debe desdeñar, en opinión de expertos, el incalculable negativo impacto sicológico que tiene la política hostil de Estados Unidos sobre la población cubana, la cual es sometida a carencias y a un inmisericorde bombardeo mediático enemigo, como parte de la guerra cognitiva y mediática.

Sin embargo, ante las aviesas intenciones de Washington de destruir el proceso revolucionario cubano, mediante la asfixia económica y financiera, de seguro de nuevo se impondrá una muralla infranqueable: la solidaridad internacional de numerosos países, que con una sola voz dirán una vez más en la tribuna de la ONU “No al criminal bloqueo impuesto por Estados Unidos”.

Autor

  • Oscar Bravo Fong

    Colaborador de la Radio Cubana. Labora en la Agencia Prensa Latina y trabajó en el Periódico Trabajadores. Colaboró con otras publicaciones de Cuba y México. Cumplió misiones como corresponsal en Angola, Chile y Siria. También dio cobertura a las misiones médicas cubanas en cuatro países de África: Guinea Ecuatorial, Ghana, Mali y Gambia. Varios de sus trabajos periodísticos se publicaron en el libro "Heraldos de la Salud y la Vida".

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