Otra vez octubre, un mes especial para festejar la cultura cubana: del campanazo cespediano a la conciencia nacional. Y la radio, al lado de la obra de artistas e intelectuales consagrados, de creadores noveles, para expandir las pasiones de proyectos, comunidades e instituciones. Y la radio, tejiendo su memoria, dando voz.
¿Cuántos sucesos culturales, proezas deportivas, transmisiones especiales, instantes políticos y sociales definitivos para la nación, no están ligados a la radio de diversas maneras? ¿Cuántas veces no ha sido la única superviviente en medio de los desastres naturales? ¿Cuántos poemas nos ha descubierto? ¿Cuánto tenemos que agradecerle su fidelidad y su compañía?
La radio está cuando todo parece ceder. La radio está donde otros no alcanzan. La radio es la gran difusora musical. La radio es simple, esencial, íntima, compañera.
Ejemplos como la toma de Radio Reloj el 13 de marzo de 1957 y la alocución de José Antonio Echeverría al pueblo de Cuba, todo un país paralizando escuchando la novela El derecho de nacer a finales de los cuarenta, o el mediodía durante medio siglo con el humorístico-musical, Alegrías de sobremesa, hablan de un registro ubicado en el alma de las mayorías desde muy temprano.
Estos son hitos, pero acaso lo más conmovedor de la radio es su persistencia, el día a día de sus hacedores y de sus oyentes. Naturalmente, a una fidelidad corresponde la otra.
Programas reconocidos en su historia de servicio, establecidos desde sus diversos formatos, han marcado pautas o ahora mismo lo siguen haciendo a lo largo y ancho de toda la Isla. El diálogo de excelencia de Formalmente informal (Radio Habana Cuba), la diana al centro de los problemas en Alta tensión (CMHW), la música en Conexión 98 (Radio Varadero) o revistas culturales como Entre puentes (Radio 26), Imagen (CMKC) y Por la villa del Undoso (Radio Sagua), son unos pocos ejemplos de ese intento de aprehender lo más valioso de una ciudad, un territorio y un país.
La cultura es la heredad y es la vitalidad. Nuestro Héroe Nacional, José Martí, en su perpetua clarinada, escribió que “Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca. Si no, lo peor prevalece”. Toca a la radio abrir esas sendas a lo mejor, desde el conocimiento y la investigación, nunca desde el facilismo y la pura complacencia.
Cuando se hable de La Demajagua y del Himno Nacional, de aquel sagrado momento de octubre donde la poesía, la música y el ansia de libertad se fundieron para siempre, no olvidéis a la radio.
Ella, modestamente, gallardamente os espera.