Bajo los brillos de Hanoi

Por debajo de la luminosidad trepidante del Vietnam actual, con sus edificaciones acristaladas que se empinan hacia el cielo, las miles de motos y vehículos que se disputan las calles de Hanoi, los pequeños y pintorescos comercios en los que se expende lo humano y lo divino, los enormes carteles digitales que anuncian desde mundiales marcas norteamericanas a humeantes Habanos cubanos, sigue discurriendo abundante, como las aguas de los famosos y numerosos ríos del país, la generosidad y la hermandad de un pueblo que no se olvida de su historia ni de sus amigos verdaderos. El cubano que pasa a rendir honores al Tío Ho, en el mausoleo tan solemne como impresionante que le honra en el centro político de la capital de la nación, siente como si este hombre venerado se tomara otra de las siestas que le son comunes a su gente, para levantarse luego en su cercana cabaña de madera a continuar guiándolo en su destino. Lo esperan los pocos bienes de un líder cuya humildad toca todo en este país, entre estos los toronjales y otros frutos y árboles que sembró, y los peces que alimentó con sus manos en el pequeño lago que debió prodigarle a su alma la misma paz interior que ahora regala a la de los visitantes. En el lago donde radica la cabaña del tío Ho. De izquierda a derecha: Bolivia Tamara Cruz, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidenta de la UPEC en Villa Clara; Ricardo Ronquillo Bello, Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba y Lisván Lescaille, director del Telecentro Solvisión, de Guantánamo. Quien recorre, aunque apurado, con el corazón abierto a las emociones, estos espacios que tanto marcan el pasado y la gloria del pueblo de los anamitas, tan preciosamente descritos por José …

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