Ejerce Presidente cubano su derecho al voto

Miguel Díaz -Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, ejerció en la mañana de hoy su derecho al voto. Acompañado de su esposa, Lis Cuesta, y recién llegado de su gira internacional, el mandatario acudió a las urnas para participar del proceso de elección de los delegados de circunscripción. Tras colocar su boleta en la urna, Díaz -Canel dialogó con la prensa y explicó que esta es una responsabilidad ciudadana porque se está eligiendo a los representantes en los municipios. Dicho ejercicio, dijo, se encuentra en consonancia con lo que se ha estado trabajando en los últimos años de perfeccionar la democracia socialista dentro del concepto de Poder Popular que desarrolló el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Añadió la relación con que cada vez se vayan articulando más los mecanismos mediante los cuales el pueblo participa, se toman decisiones a partir de las propuestas, críticas y debates que se hacen a nivel popular.  El Presidente cubano resaltó que votar es un deber ciudadano y que acudir a las urnas es hacer uso de un derecho que otorga la Constitución de la República.

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Desde las urnas: esperanzas, fuerzas e historia

Son muchas las razones que hacen que los pueblos se conviertan en protagonistas de su propio destino, pero la mayor de todas casi siempre tiene que ver con el principio de sacudirse la ignominia, desterrar a quienes hayan pretendido robarle su dignidad y su orgullo, y sacudirle a la madre patria las manchas de los vejámenes de aquellos que pretendieron servirse de ella como pedestal, para alzarse desde poderes ilegítimos. A tiempo y sin miramientos ni vuelta atrás, entendieron esas verdades los cubanos, y con toda la fuerza que dan el patriotismo, los sueños de libertad y la voluntad de hacer camino, machete en mano, quitando de en medio la maleza, trajeron a esta tierra la independencia definitiva. Pero el pueblo que lucha por su propia dignidad también es dueño irrevocable de su presente y futuro, y solo pone su confianza y respeto en los hombros de aquellos cuyos valores humanos y morales estén a la altura de tan alta investidura. Por eso esta Revolución, popular desde su esencia, necesitaba barrer la historia triste de campañas viciadas y elecciones fraudulentas, en las cuales el poder y el dinero ocupaban siempre el primer plano y denigraban todo lo que oliera a integridad. No es casual entonces que nuestros enemigos detracten el sistema electoral que escogimos, porque no entienden el significado de democracia participativa, porque el voto popular les es ajeno, porque no conciben una elección por principios y valores, sin campañas estruendosas de por medio. Pero nosotros, nosotros ya elegimos, hace mucho, y elegimos mucho más que un delegado, elegimos mucho más que un diputado, elegimos mucho más que un presidente. Nosotros elegimos un sistema, una manera alternativa de vivir, amar y construir. Nosotros elegimos un país, el que queremos, el que soñamos, y el que este 27 de noviembre renueva, …

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La autoridad del pueblo

«Nacidos» del barrio, por la voluntad expresa de quienes lo habitan, y como resultado de un proceso cívico de probada transparencia, los delegados del Poder Popular constituyen la más genuina expresión de la democracia participativa cubana. En esos hombres y mujeres del pueblo –que sobre sus hombros cargan la enorme responsabilidad de representar a una comunidad, defender sus intereses y gestionar las posibles soluciones de sus problemáticas sin que ello les merezca otro beneficio que no sea el del reconocimiento social– va el decoro de un país que se construye desde la base. No hay prebendas ni intereses políticos, tampoco campañas enlodadas que medien en ese proceso. Eso se sabe, como se sabe que el derecho legítimo de nominar, elegir o ser elegido es el primer paso que refrenda la potestad del pueblo en una nación, cuya premisa de vida se sustenta en el ideal martiano y fidelista de una sociedad con todos y para el bien de todos. Por ello se afirma que, en esta democracia nuestra, un ejercicio efectivo de ese poder del pueblo sigue siendo, también, el que le confiere a los delegados la posibilidad de incidir, mediante sus desempeños como integrantes de las asambleas municipales del Poder Popular, en las decisiones estatales que atañen a sus barrios y al desarrollo de sus territorios locales, que es lo mismo que apostar por el perfeccionamiento de la Isla. A diferencia de lo que ocurre en los sistemas electorales de otros países, incluidos los que se vanaglorian de su democracia representativa, en Cuba las comisiones electorales y las mesas de los colegios las integran los propios vecinos, mientras que las urnas las custodian pioneros, y no militares. Es el poder del pueblo el que dispone y actúa. Un pueblo que, por demás, tiene la facultad de revocar a sus …

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