En una modesta casa de dos plantas situada en la entonces calle Paula 41 (hoy Leonor Pérez 314), en La Habana, nació José Julián Martí y Pérez el 28 de enero de 1853.
Son las familias como las raíces de los pueblos…
José Martí
Los padres de Martí, tras contraer matrimonio el 7 de febrero de 1852 comenzaron a habitar la planta alta de esa edificación de típico estilo colonial del siglo XVIII. El matrimonio compartió la vivienda con el teniente de artillería de la Real Fortaleza de San Carlos de La Cabaña Juan Martín y Navarro, primo hermano de Mariano.
En el transcurso de su existencia José Martí dejó constancia del gran amor y respeto que sintió por su padre, Mariano de los Santos Martí y Navarro, quién había nacido el 31 de octubre de 1815 en Valencia, España, y murió el 2 de febrero de 1887 en La Habana.
En el seno familiar Mariano aprendió el oficio de cordelero y después adquirió el de sastre. El 12 de junio de 1850 fue designado sargento primero de artillería con asiento en La Habana. En el territorio cubano su vida no resultó fácil. Se caracterizó por ser un hombre muy justo y respetuoso.
Varios años después de haber nacido su primer hijo, abandonó el ejército, y entonces realizó las funciones de guardián en barrios de La Habana. También Mariano fue capitán de partido en Caimito de Hanábana, sitio al que lo acompañó José Martí cuando tenía tan sólo nueve años.
Aprendió Martí de su padre a ser ordenado y puntual, a hacer bien las cosas.
En 1887 se produjo en La Habana la muerte de Mariano. Y lo que sintió José Martí, quién en ese momento vivía en Nueva York, lo reflejó en una emotiva carta dirigida a su gran amigo y hermano Fermín Valdés Domínguez, a quién le comentó:
“Mi padre acaba de morir, y gran parte de mi con él. Tú no sabes cómo llegué a quererlo luego que conocí, bajo su humilde exterior, toda la entereza y hermosura de su alma”.
Martí también hizo referencia a su madre Leonor Antonia de la Concepción Micaela Pérez y Cabrera, quién nació el 17 de diciembre de 1828 en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias y murió el 19 de junio de 1907 en La Habana.
A través de cartas y obras poéticas, Martí reflejó el gran cariño que sintió por doña Leonor. Por ejemplo en un poema titulado A mi madre, escrito en 1868 – que al parecer constituyen sus primeros versos-, expresó:
Madre del alma, madre querida,
Son tus natales, quiero cantar;
Porque mi alma, de amor henchida,
Aunque muy joven, nunca se olvida
De la que vida me hubo de dar.
Pasan los años, vuelan las horas
Que yo a tu lado no siento ir,
Por tus caricias arrobadoras
Y las miradas tan seductoras
Que hacen mi pecho fuerte latir.
A Dios yo pido constantemente
Para mis padres vida inmortal;
Porque es muy grato, sobre la frente
Sentir el roce de un beso ardiente
Que de otra boca nunca es igual
En otro poema titulado ¡Madre mía!, José Martí igualmente señaló en su estrofa inicial:
Mi madre: el débil resplandor te baña
De esta mísera luz con que me alumbro,
Y aquí desde mi lecho
Te miro, y no me extraña-
Si tú vives en mí- que venga estrecho
A mi gigante corazón mi pecho.
Martí volvería a hacer referencia a su madre en otras creaciones incluso llegó a comentar algunos de los reproches que ella le hacía. En un poema titulado “Y es que mi alma…, publicado en la Revista Universal de México, el 13 de junio de 1875, señaló al analizar lo que su madre le había expuesto en una carta a una amiga suya:
Amiga: yo esperaba
Al hijo que ha venido;
El hijo está; más tanto me lloraba
El alma, que en llanto se me ha ido.
El alma tengo muerta
En tanto que le llega al cuerpo su hora.
¡Esto dice una carta ante mí abierta,
Que parece que me ama y que me llora!
Esto mi madre dice, esta sublime
Mujer en todo amor pura y serena,
Que no sabe el terror con que se gime
Ni el llanto sabe su cobarde pena.
Como adulto Martí vivió relativamente muy poco tiempo con sus padres. Desde enero de 1871 se vio separado de ellos al haber tenido que salir hacia España como deportado tras haber padecido el presidio político y la realización de trabajo forzado.
En 1875 se trasladó desde España hacia México y durante algo casi dos años estuvo en unión de sus padres y hermanas en dicho país. Después él se trasladó hacia Guatemala y no es hasta 1878 que logró retornar a Cuba.
Pero en septiembre de 1879 fue nuevamente deportado hacia España. Entonces no tuvo posibilidad de encontrarse con su madre hasta 1887 cuando ella lo visitó en los Estados Unidos de América.
Y la alegría que experimentó al tenerla nuevamente a su lado la reflejó en carta dirigida a su amigo mexicano Manuel Mercado. Le expresó:
“Mamá está conmigo. Ha venido a hacerme una visita de dos meses, que procuré en cuanto tuve un peso libre en estas arcas mías, donde andan los pesos como los garbanzos en la olla que daba a sus pupilos el maestro del Gran Tacaño.”
Y añadió en una misiva el 9 de diciembre de 1887:
“¿Sabe que mamá está aquí? Esa es sin duda la salud repentina que todos me notan.”
En otra carta fechada el 13 de diciembre del propio año también manifestó:
“Mamá está como conociéndome de nuevo: y yo triste, porque las dificultades de obrar bien, y de hacer bien en el mundo no me dejan disfrutar plenamente del goce de verla.”
José Martí tuvo siete hermanas, seis de las cuales nacieron en Cuba y una en España. Tres de ellas murieron antes que él. Las hermanas de Martí, por orden de la fecha de sus respectivos nacimientos, fueron: Leonor, identificada como la Chata, nació en 1854; Mariana Matilde, conocida como Ana, nació en 1856 y murió en 1875; María del Carmen, identificada como la Valenciana, nació en 1857; María del Pilar Eduarda, que nació en 1859 y murió en 1865; Rita Amelia, nacida en 1862; Antonia Bruna, en 1864, y Dolores Eustaquia, conocida como Lolita, quién naciera en 1865 y murió cuando tenía ocho años.
En varias oportunidades, a través de sus cartas y en sus obras poéticas, patentizó el cariño que sintió por sus hermanas. En un poema creado en 1868 titulado Carta de madrugada, dijo acerca de sus hermanas Antonia y Amelia:
Me han dicho que hay dos ángeles
Estremecidos,
Que habitan de pasada
Un pobre nido.
Me han dicho que a la puerta
Del caserío,
Asoman los lobeznos
De los caminos.
Me han dicho que los ángeles,
Desfallecidos,
Tristes de no ver cielo,
Lloran impíos.
¡No se cortan las alas
Los angelitos,
Que cuando el cielo luzca
No podrían ya volar del pobre nido!
Igualmente en otro poema titulado “Linda hermanita mía”, dirigido a su hermana Ana, expuso Martí:
Feliz es el momento en que recibo
Carta tuya; feliz es este día,
Porque en ti y de mi amor te escribo.
Versos esperas tú que te anunciaba
Allá por la pasada nochebuena.
En el revuelto mar de mis papeles
No se sabe posar la paz serena,
Y, pues que soy doncel, obro sin pena
Como obran desde antaño los donceles:
Escribo, guardo, pierdo,
Te quiero mucho, y luego me perdonas,
Y si a mi loco juicio fuera cuerdo
Pensar un triste ornarse con coronas,
Las más bellas serían
Las que tus lindas manos me darían,
Los más consoladores tus laureles
Al perdonarme por haber perdido
Aquel que, por ser tuyo, hubiera sido
El más bello papel de mis papeles.
Impaciente y estúpido el correo,
Lucha y vence mi amor y mi deseo.
Cartas es mi carta, más si bien la peso,
Me une a tu imagen tan estrecho lazo,
Que es cada frase para ti, un abrazo,
Y cada letra que te escribo, un beso.
Algunos años después Martí escribió un emotivo poema dedicado especialmente en homenaje a su hermana Ana, al ocurrir su fallecimiento el 5 de enero de 1875:
Mis padres duermen
Mi hermana ha muerto
Con estos versos se inicia el largo poema por él elaborado en México el 28 de febrero de 1875 y publicado en la Revista Universal de ese país el 7 de marzo de ese año. Al final del poema Martí dice:
Decidme cómo ha muerto;
Decid cómo logró morir sin verme;-
Y – puesto que es verdad que lejos duerme –
¡Decidme cómo estoy aquí despierto!
Quince años después, en otra de sus obras poéticas – Versos Sencillos -, Martí volvió a evocar a su hermana Ana. En la segunda cuarteta del sexto poema de esta obra señaló:
Si quieren, por gran favor,
Que lleve más, llevaré
La copia que hizo el pintor
De la hermana que adoré.
Se refirió a la obra que había realizado el pintor Manuel Ocarabza, novio de su hermana. También en sus cartas evidenció el gran cariño que sintió por sus hermanas, y su preocupación como hermano mayor y único varón de ofrecerles consejos oportunos.
Precisamente en carta dirigida a su hermana Amelia, que se supone haya sido escrita en 1880, le comentó acerca del sentido que le atribuía a la presencia y desarrollo del verdadero amor.
El 15 de mayo de 1894, en una misiva a su madre, Martí menciona a las cuatro hermanas que entonces le quedaban vivas, calificándolas así:
“A mi Chata romántica, a mi Carmen digna, a mi dolorosa Amelia, a mi sagaz Antonia.”
La última referencia de Martí a sus hermanas se puede hallar en su última carta a su madre, con fecha 25 de marzo de 1895, en Montecristi, en la que escribió: “Abrace a mis hermanas, y a sus compañeros.”
- Serie de artículos con motivo de la campaña De Cara al Sol, por el Aniversario 130 de la Caída de José Martí en Dos Ríos.