De la fundación de pueblos por franceses en Cuba

Si bien el 22 de abril del presente año, se han conmemorado dos siglos de la fundación de la colonia Fernandina de Jagua por migrantes encabezados por Luis Juan Lorenzo de Clouet, la que pasó a llamarse después Cienfuegos, en honor del gobernador español en Cuba José Cienfuegos.

La gestión de De Clouet fue muy dinámica.  Desde su llegada comenzó a trazar el lugar que ocuparía la colonia, a la vez que fomentó el cultivo del algodón y el café, productos de gran demanda en el mercado francés de la época.

Lo que se había iniciado con una propuesta de De Clouet – como un contrato de colonización – que tuvo el apoyo de la Corona española, el Gobernador José Cienfuegos y el Intendente de Hacienda Alejandro Ramírez, en la Habana, tomó tal fuerza que cuando se funda la colonia con 36 colonos procedentes de Burdeos, Francia, ya se había avanzado en la elaboración de los planos que ocuparían los edificios públicos y las plazas.  En fin, se dio el caso de que en la Cuba colonial española se estableciera una colonia francesa.

Ahora bien, no se pueden obviar otros momentos fundacionales por migrantes de la nación gala. En fecha más temprana, el 5 de mayo de 1803, se produjo la fundación del pueblo de  Madruga ubicado en el territorio habanero, idea surgida de un familiar cercano de Juan Proscopio de Bassecourt, conde de Santa Clara, de origen francés, quien autorizó fundar el pueblo San Luis del Cuabal de Madruga, en honor a un rey de Francia.

La influencia gala en la zona de Madruga se puede encontrar en la fundación de uno de los cafetales más grandes de la época hacia finales del siglo XVIII de nombre Santa Ana de Biajacas, el cual contaba con más de 300 esclavos,  donde radicó el médico francés Honorato Bernard de Chateausalins, a quien se debe el Vademecum de los hacendados cubanos y quien en 1798 se convirtió en el primero en realizar investigaciones sobre las aguas minero medicinales de Madruga.

Después de la fundación del actual Cienfuegos se produciría la de San Juan de Dios de Cárdenas, en el territorio matancero, el 8 de marzo de 1828, estando entre los colonos fundadores Enrique Albrech, el conde de Lajonchere, Juan Pedro Biart de Bauregard. Francisco Samuel Aymeé, Luisa Constancia Michel y otros, portadores de diferentes oficios y especialidades.

Tanto los primeros que llegaron a ese territorio como los que se asentaron después fueron decisivos por su laboriosidad para que Cárdenas se convirtiera en una de las villas cubanas más prósperas del siglo XIX, y en lo que mucho tuvo que ver la construcción de su importante puerto de mar, así como el desarrollo de importantes producciones y comercialización del café, el algodón y la caña de azúcar.

En Cárdenas, Matanzas la huella francesa tiene visibilidad en sus antiguas construcciones

Las huellas francesas dejadas en los tres casos citados no solamente son patentes hoy por los numerosos apellidos de esa nacionalidad, sino también en la educación, la cultura, el idioma y las costumbres.

Indiscutiblemente, la formación de la nacionalidad cubana resulta inseparable de los procesos migratorios como el francés que durante siglos tuvieron lugar en la mayor de las Antillas y que se extendieron hasta la mitad del siglo XX.  Ello avala la expresión de que Cuba resultó ser un mosaico de nacionalidades.

Autor