La inmensa obra solidaria y humana del personal médico cubano, heraldo de la salud y la vida, hoy crece ante los ojos del mundo, pese al empeño de venales funcionarios estadounidenses, al servicio de mezquinos intereses, de irradiar manchas en vez de luz.
En aras de demeritar la labor y el prestigio ganado en más de seis décadas por la cooperación médica internacional del Estado caribeño, personajes de la política de Estados Unidos, como el secretario de Estado, Marco Rubio, y el congresista Carlos Giménez, entre otros, se empeñan en denigrar la imagen de esa colaboración en diversos países.
Tales individuos esgrimen, con engañosa y distorsionada retórica, que los médicos de la mayor de Las Antillas ejercen trabajo esclavo en naciones, sin tener en cuenta que laboran de forma voluntaria, con el orgullo de que salvan vidas, incluso en apartados parajes, a riesgo de perder las suyas.
Como expresara en un artículo el 17 de abril último el portal egipcio Liga Hispanoárabe, el propósito de “la ofensiva contra la cooperación médica cubana es privar al país de una importante fuente de ingresos y provocar un estancamiento de la economía cubana, para causar malestar interno”.
Valoró además que la idea persigue causar un levantamiento popular contra el Gobierno mediante una campaña que “constituye una violación flagrante de la independencia y la soberanía de Cuba”.
Entre los múltiples actores internacionales que han rechazado las falacias del Gobierno norteamericano contra la colaboración médica internacional de Cuba se encuentran los ministros de Salud de los Países NO Alineados, reunidos en mayo pasado de forma virtual, los cuales expresaron en un comunicado conjunto: “El acceso a la salud es un derecho humano y no se puede privar a millones de personas de ese derecho inalienable, por razones políticas”.
Tras reconocer el valioso aporte de los miles de profesionales cubanos de la salud que dieron su contribución en otros territorios, el texto aprobado recordó que la cooperación médica del estado caribeño “ha permitido brindar servicios de alta calidad a millones de seres humanos en el mundo”.
Como un ejemplo del rechazo que suscitan las aviesas políticas estadounidenses contra Cuba, el propio alto funcionario, Rubio, en su gira en marzo pasado por el Caribe al criticar las misiones médicas, recibió una contundente respuesta del primer ministro de Jamaica, Andrew Holness.
En una conferencia de prensa conjunta, el alto representante jamaicano respondió con elogios hacia la comitiva médica cubana que presta servicios en su país y argumentó que el colectivo contribuye a cubrir la falta de personal sanitario.
“Seamos claros: los médicos cubanos en Jamaica nos han ayudado muchísimo”, expuso Holness de cara a su interlocutor.
En su paranoia contra la Revolución Cubana y lo que ella significa, a principios de junio último el Departamento de Estado norteamericano restringió visados a varios funcionarios gubernamentales centroamericanos y a sus familiares, por supuestos vínculos con las brigadas médicas cubanas, difundieron medios de prensa.
No resulta ocioso recordar que, según estadísticas oficiales, desde la primera misión médica cubana en Argelia en 1963 hasta abril último, más de 600 mil profesionales de salud de la Isla prestaron sus servicios en el exterior.
Ellos se insertaron en 165 países, con un saldo de más de dos mil 300 millones de pacientes atendidos.
Las estadísticas también señalan que la cooperación en el período aludido permitió salvar más de 12 millones 127 mil vidas, a través del trabajo comunitario y acciones como 17 millones de intervenciones quirúrgicas. Además, unos cinco millones de niños nacieron con asistencia de profesionales cubanos.
Por otro lado, como seguidores del legado de quienes les precedieron, símbolo de humanismo y solidaridad, actualmente más de 24 mil colaboradores de la medicina ofrecen sus servicios en 56 países.
Más allá de las meras cifras, que incluyen la formación en escuelas de medicina en Cuba de cientos de hijos de tierras foráneas y de otros en facultades abiertas en países donde laboran los galenos, sobresale el valor humano y la diversidad de esa cooperación.
El personal médico de la Isla, con la ética y entrega que lo caracteriza, ha sido protagonista en programas como la Operación Milagro, que devolvió la vista a millones de personas, en tanto el Contingente Henry Reeve participó, entre otras actividades, en campañas sanitarias para combatir el ébola en naciones de África y la Covid-19.
Quien suscribe hace unos años fue testigo presencial, por su labor de enviado especial, junto a un equipo de la prensa cubana, de la entrega, el amor y la cálida acogida que le tributan a los galenos, enfermeros y técnicos de la salud, pobladores de intrincadas comunidades en países como Guinea Ecuatorial, Ghana, Gambia y Mali.
Esos profesionales, sin importar en ocasiones los rigores de un cálido clima, escasez de recursos materiales y adversas condiciones del medio geográfico, una vez más pusieron en alto el nombre de Cuba simplemente por su vocación de servir y salvar vidas.
Fieles a las ideas del Comandante en Jefe, Fidel Castro, quien concibió y llevó a vías de hecho la cooperación médica cubana, ellos, como quienes prestan su ayuda solidaria en numerosas naciones, hacen suya la máxima de que con su quehacer contribuyen a saldar nuestra deuda con África, cuna de la humanidad, y otros pueblos del mundo.
Autor: Oscar Bravo Fong / Imágenes tomadas de Internet