Una conversación radial con Imeldo Alvarez

Nuestro último encuentro aconteció muy pocos días antes de su fallecimiento con motivo de encontrarnos en la entrega de premios literarios, en un concurso nacional, donde estábamos de jurado. Entonces, como siempre me deleitaba escuchándole sus narraciones de conversación aguda  y placentera sobre  temas difíciles  nacionales e internacionales. Y claro, siempre tuvimos ocasión para la Radio y sus anécdotas.  No se puede olvidar que él fue también un hombre de ese medio. Y ahí venía , como flecha indetenible,  sus palabras bien precisas:

–  «Lo cierto es que nunca pude vivir la experiencia de los radioaficionados, aunque noche tras noche oyera las noticias que desde la Sierra Maestra transmitía Radio Rebelde. ¿Cómo olvidar la manera en que Juan Manuel Márquez, luego del histórico asalto al Cuartel Moncada, implementó y utilizó contra la tiranía batistiana una emisora clandestina desde diversos puntos del municipio marianense?. De un apartamento de La Lisa minutos después de concluir su arenga pudo escapar de la Policía gracias a su serenidad y vestimenta», nos dice.

-Una vez me hablaste de Juan Manuel Márquez en la COCO.

-Antes de partir Fidel y sus compañeros para México,  tuve el privilegio de ver a Juan Manuel Márquez en la emisora COCO de Guido García Inclán –de pie frente al micrófono y varios periódicos desplegados ante su vista–   improvisar un editorial que el auditorio creía que él lo estaba leyendo. Y ver en la cabina principal de Radio Marianao al dirigente Miguel Quintero expresar frente al micrófono los criterios del sindicato de los obreros que dirigía, en relación con la situación política nacional, sin tocar una hoja de papel. Te agrego que el periodismo radial no enseña sólo a tachar palabras, sino también a pesarlas. En realidad los micrófonos son máquinas de escribir, teclados de computadoras, caligrafías del subconsciente, todo refundido en fraguas alentadoras de mágicas transversiones escriturales.

Siempre la Radio entre Imeldo y yo como tema. Eran párrafos para nuestra memoria cultural, necesidad de confirmar que en nuestras vidas ella ha sido un camino, un empeño, una experiencia de trabajo diario.

Imeldo se ha ido casi sin decir nada, como una sorpresa de vida que cambia de existencia. Se hundió en el silencio de las palabras que tanta vida le dieron.

En Radio Marianao participé como periodista en varios espacios- y  de inmediato me hablaba del proyecto radial “Los cuentos del abuelito”, en la  emisora CMZ.

– Se trataba de un abuelito que contaba cuentos a sus nietos y a los amiguitos de sus nietos. No obstante el tiempo transcurrido, aún no he podido olvidar el trabajo que me costó encontrar el tono de voz, dominar frente al micrófono los matices del personaje, en medio de los efectos radiales producidos por especialistas profesionales de CMZ.. Cada cuento duraba casi un mes y todos los personajes –menos el del abuelito– eran interpretados por muchachas que aspiraban a ser actrices. Tanta radioaudiencia alcanzó en la CMZ del Ministerio de Educación el programa de “Los cuentos del abuelito”, que los hermanos Mestre propusieron, a través de los hermanos Martínez Casado, no trasladar el espacio para la poderosa CMQ, sino comprarnos los derechos de emisión..

-Esto confirma, Imeldo, que la cultura cubana tiene raíces radiales.

-Totalmente cierto. En la cultura cubana hay mucha obra afirmada en periódicos radiales, muchos cronistas que han sido decididos misioneros de energía y pasión, soldados de silenciosas batallas que merecen llegar al corazón de los actuales combatientes del periodismo radial.
 
Imeldo Álvarez García, Premio Nacional de Edición y hombre amante de la Radio  nos deja para los estudiosos del medio radial, un camino por el cual habrá que  transitar en el necesario  encuentro de etapas que, una tras otra, enlazan la gran historia de la Radio cubana.

Su fallecimiento reciente, en junio de este 2011 no es un adiós exactamente. Habrá que seguir encontrándose con él, con aquellas conversaciones donde siempre la Radio fue parte de su cultura cotidiana.

Valga que no haya despedida porque no has partido. Nos quedan muchos encuentros por delante para el rejuego inquieto de aquellos comentarios donde Francisca y la muerte nos hacían admirar el secreto insondable de un buen cuento cubano tantas veces llevado a la Radio.

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