Cuando la radio baila
Es retador, siempre lo es. Llevar a los códigos radiales, el gesto y el movimiento de la danza, devolver al oyente el misticismo y la atmósfera vivida, aprehender con palabras lo que el artista ha trazado en las tablas.
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Es retador, siempre lo es. Llevar a los códigos radiales, el gesto y el movimiento de la danza, devolver al oyente el misticismo y la atmósfera vivida, aprehender con palabras lo que el artista ha trazado en las tablas.
¿Podemos representarnos la reacción ante un peligro inminente, un jardín florecido, la sangre manando de una herida, la euforia desbordada de un triunfo olímpico… todo ello sin que nos entre por la retina? La respuesta es sí. Ahí están las imágenes radiales que nos permiten trasladarnos a cualquier escenario y cualquier época.
El Festival del Caribe en Santiago de Cuba concluyó con la llamada “quema del diablo” frente al mar. Es todo un símbolo. Una armazón de paja y madera arde, y con él termina una fiesta que a la vez reúne a artistas populares y académicos, investigadores y poetas, teatristas y pintores, gente a la que la música se le desborda, personalidades que han dedicado su vida a visibilizar la perpetua cocción de la identidad.
El pasacalle del Festival del Caribe, el llamado “Desfile de la serpiente” es la imagen icónica del Festival del Caribe. Todas las delegaciones, las visitantes y las cubanas, asaltan las calles. En el mismo corazón de Santiago de Cuba evolucionan, impregnando el aire de esa mezcla de color y ritmo que nos tipifica.
Cada julio, cada fuego, cada Festival. La Fiesta del Fuego nos reúne cada año en Santiago de Cuba. A los artistas invitados, a los poetas y académicos, teatristas y pintores, cultores de las tradiciones populares. Y claro, también a los radialistas que reportamos, que aprehendemos, que vivimos el Festival.