Cuando un director coral dirigió un concierto de palabras
No se me va. Llegó con una vieja grabadora y la plantó en la cabina. Antes del diálogo, hundió la tecla con un gesto, como si comenzara a dirigir al Orfeón Santiago, una de las agrupaciones emblemáticas del canto coral cubano. Y empezó a desgranar sus historias como si estuviera en su mismísima casa.