Mi amiga Asenneh

 Hace solo tres meses, habíamos convocado para la Sala Villena de la UNEAC a las principales personalidades que habían vestido de cultura y buen gusto la pantalla de los televisores, durante más de cincuenta años, y también a una representación de otras generaciones, con una obra ya reconocida.

Allí, en la primera fila de butacas, estaba ella, elegante en su precioso traje blanco, con su peinado característico, su contagioso entusiasmo y su eterna sonrisa picaresca. En ese momento se recuperaba de una difícil intervención quirúrgica… Pero ella no podía faltar,  porque era una parte de la historia de la televisión que se narraba en este libro, Televisión: ¿Ángel o demonio?

Allí recibió la ovación de sus compañeros, en el momento que el video bim comenzó a mostrar las distintas escenas de algunas de las principales novelas donde dejó su talento, entre las cuales se destacan: La casa grande, El viejo espigón, Por amor o la novela del pedraplén,  Al  compás del son… La aventura Los papaloteros. Y ella, emocionada, a la vez que repartía besos por doquier, recibía su libro.

¿Cómo evocarla, qué palabras expresar que puedan atrapar todo su carisma, su magnitud de artista total?

Su nombre es motivo de controversias, casi nunca, por no decir jamás, lo escriben correctamente. Lo cierto es que ella responde a un apelativo que surge, seiscientos años antes de Cristo, cuando el rey de Babilonia, Nabucodonosor, asigna a su hija el patronímico bíblico de Asenneh, que significa Hija del Sol.

Pero nuestra Asenneh, en contraposición, proviene de una humilde cuna y se eleva por encima de las vicisitudes propias de una niña negra, sin bienes materiales, huérfana de padre, aunque con la mayor de las riquezas: la honradez y el amor de una madre que pelea como leona para cuidar de sus tres hijas, alimentarlas y encaminarlas en la vida.

Cuando llega a la capital, aquella niña   vivaracha, desenvuelta y con un don especial, está llamada a reinar  y reina, ¡y cómo lo hace!, en el mundo complejo y a la vez  atrayente del arte.

Pronto aquella madre descubre las inquietudes artísticas de la pequeña y se apoya en un tío profesor que le regala libros de poemas que la niña memorizaba. En el año 1944, a la edad de diez años, Asenneh se presenta en una convocatoria del programa infantil  Bijol y espiga de Teresita, en alusión a la firma que lo patrocinaba. Se realizaba los domingos por la emisora CMQ, situada, entonces, en Monte y Prado. Más tarde, incursiona en la COCO o en La Voz del Aire, en un espacio radial con público.

« ¡Oh, mi madre, siempre mi madre!», me decía Asenneh con orgullo e inmenso cariño, porque realmente era su madre la que persistía y siempre la llevaba a teatros y concursos.

He aquí puntuales fragmentos de una entrevista que le realicé:

Un día, mi mamá me llevó a ver a Haydee Arteaga, quien, a duras penas y con mucho amor, tenía un grupo denominado Charlas Culturales Infantiles. Allí con Haydee, mi primera maestra, comencé a conocer algo de actuación. Comenzamos a realizar presentaciones en diferentes espectáculos culturales, incluyendo aquello de fechas patrióticas. A la vez me inscribí en la escuela pública número 12 situada en San Lázaro y Águila, con una profesora de música que tenía una especie de círculo de interés para los niños que sentían inclinaciones por el arte.

Y Asenneh evocaba:

Bueno, pasaron como dos fructíferos años de aprendizaje, que me sirvieron de mucho posteriormente. A lo mejor no me lo van a creer, es risible, pero le hice coro bailando ballet a Menia Martínez, te voy a enseñar las fotografías. Aprendí a tocar la flauta. Aprendí a tocar el tambor redoblante y en las paradas del 28 de enero me insertaban en la banda de la  escuela. En una palabra: Todo lo que fuera arte, lo realizaba.

Asenneh siendo apenas una adolescente se presenta y gana en la emisora MIL DIEZEntre las fotografías que me muestra, hay una donde aparece en el momento que declama  en la emisora Mil Diez. ¿Cuándo y por qué se produce esa actuación? Ella me contestó:

Mi madre era miembro del Partido Socialista Popular y le habían confirmado que en la emisora, que era del Partido, iban a realizar un programa infantil semanal. Quiero decirte que fue el primer programa radial infantil que se hizo en Cuba, donde los niños éramos actores, cantantes, músicos y bailarines. Se llamaba Ronda infantil y se transmitía todos los domingos a las cuatro y treinta de la tarde, con el estudio colmado de público.

Y fue a allí donde pude dar riendas sueltas a todo lo que había aprendido: recité, canté, bailé y actué. Allí tuve la oportunidad de conocer a Manolo Ortega, quien recién llegado de la guerra civil española, hacía el personaje de Abuelito Pepe. También recuerdo a Mario Rodríguez, integrante después del famoso dúo de Clara y Mario y otros que se escapan a mi memoria.

Con este programa además realizábamos espectáculos en diferentes cines de la capital. Lo auspiciaban los dirigentes comunistas Blas Roca y Lázaro Peña, quiénes se convirtieron en verdaderos padres de todos los niños. La directora general era Justina Álvarez y la directora musical Thelma Norton. Pero como la alegría en casa del pobre dura poco, la emisora fue asaltada y clausurada por el desgobierno de turno. Cuando esto sucede yo tenía catorce años y como ya podían contratarme, estaba propuesta para formar parte del cuadro dramático de la Mil Diez, que dirigía el gran actor, dramaturgo y director Paco Alfonso.

¿Cuál fue su reacción?, le pregunto.

Esa tarde cuando salí de la Escuela Superior y vi el desastre que proporcionaron a mis sueños, fui llorando por toda la calle Reina hasta llegar a La Habana Vieja y le dije a mi madre: «Quiero pertenecer a la Juventud  Socialista  para luchar contra las injusticias ». A finales de 1948 ingresé en la Escuela Normal para maestros. Allí organicé funciones artísticas con alumnas de la escuela a las que enseñé a bailar mambo. Paralelamente pasé a ser organizadora de la Juventud Socialista y participé en la toma de ese plantel por la expulsión injusta de que fue victima el profesor Juan Marinello. En 1951 recibí un curso de teatro  con la técnica de Stanislavsky en la agrupación Nuestro Tiempo.

¿No vuelve a intentar penetrar en los medios de difusión?, indago.

Sí, yo me presentaba en todas las convocatorias. Así lo hice en un programa de televisión Buscando estrellas para la televisión y gané el primer premio, pero no me llamaron más. Al año siguiente me presenté en concursos de Radio Continental y Radio Mambí, como recitadora, y quedé como Estrella Naciente en ambas emisoras, pero la alimentación deficiente y siempre mi mala salud me obligaron a abandonar mis actividades artísticas por una enfermedad pulmonar.

Asenneh, en su vida adulta, desarrolla una intensa y múltiple labor en la radio, la televisión, el teatro, el mundo del espectáculo y tiene incursiones importantes en el cine. ¿Por qué no dejamos un poco el orden cronológico, comenta su paso por cada medio y se detiene en los momentos más importantes? Y así me contestó:

Como ya he contado la radio fue un medio fundamental de expresión en mi adolescencia. En 1955 comencé a recitar nuevamente como aficionada en la emisora La Voz del Aire, que dirigía Alma Rubí.  En 1969 y 1970  integré el elenco artístico del ICR. Por esa época hice mi primera radionovela Médico de guardia, con el personaje protagónico de Inocencia. Tuve mucho miedo, pero al final al público le gustó mucho.

Esta primera experiencia le abrió las puertas de las novelas de radio Sobre este particular quise conocer el criterio del escritor Joaquín Cuartas: Este me reafirmó: «La recuerdo en muchos protagónicos, siempre exquisitamente muy bien. Su personaje de Avemaría de mi novela La parranda le validó el codiciado Premio de actuación de la UNEAC en 1987».

De cómo se produce su llegada a la televisión y cómo aprecia su desempeño mayor, Asenneh expresó:

Yo me había presentado en 1952 en un concurso buscando estrellas y había ganado el primer lugar, pero me quedé sentada en el banco de la paciencia y nunca me llamaron. Llegó el año 1956 y José Antonio Alonso había creado en el Canal 6 un programa parecido a La Corte Suprema del Arte que él había tenido en la CMQ Radio a finales de los años treinta, se llamaba El programa de José Antonio Alonso y allí me presenté y me convertí en Estrella Naciente, percibiendo de esta forma mi primer salario, cinco pesos por presentación. Durante 1957 continué trabajando… Después de un receso que aproveché para irme al teatro, regresé a la televisión después de 1959, con el programa Lunes de  Revolución, que presentaba obras de teatro, bajo la dirección de Humberto Arenal, recuerdo que trabajé en Medea en el espejo, de José Triana. Durante esos años continué alternando televisión con otros medios y en 1969, pasé totalmente al elenco del ICR y trabajé mucho en radio y televisión.

De aquellos momentos recuerdo que hice para la televisión Santa Camila de La Habana Vieja, bajo la dirección de Marcos Miranda y junto al desaparecido y excelente actor y gran amigo Calos Gilí.

Asenneh junto a otro grande del arte escénico en Cuba, Enrique AlmiranteY entre las obras que no se olvidan en la televisión, la actuación protagónica de Asenneh al lado de ese gran actor Enrique Almirante en la telenovela, de Maité Vera, El viejo espigón, hecha por completo en el puerto de Nuevitas.

Otro  momento importante fue en la Gran Piedra, en Santiago de Cuba, para realizar el serial Vía crucis, bajo la dirección de Carlos Padrón, para la programación de Tele Rebelde.

Hay un espacio que apresa, ante la pequeña pantalla, a niños, adolescentes y mayores, a las siete y treinta de la noche. Esa Aventura tiene mucho impacto. Así lo apreció Asenneh:

Los papaloteros ocupan un lugar preferente en mi corazón. La hice con gran amor y me dio infinitas satisfacciones por la acogida que tuvo este espacio de Aventuras del Canal 6. Este programa jamás podré olvidarlo porque está íntimamente vinculado a un valioso actor y gran compañero que asumió un rol importante no solo en el serial sino en el corazón de sus compañeros, me refiero a Litico.

Ya jubilada, no deja de estar activa. Cuando la entrevisto se desempeña  en una novela en televisión. Así me cuenta:

Estoy trabajando en un original de Maité Vera que dirige el joven director Roberto Chiong. Es una telenovela que tiene por título Al compás del son. Hasta este momento me está gustando mucho. En ella trabaja un valioso grupo de actores y actrices, pero hay que esperar por el gran jurado.

Puedo asegurar que Al compás del son ha sido una de las grandes novelas que la televisión ha transmitido en los últimos veinticinco años, por la excelencia del guión, la dirección, el tema, el rescate de nuestra música tradicional y el desempeño actoral. En esta obra merece un destaque especial el trabajo de Asenneh, al interpretar a una humilde mujer mambisa oriental, al lado de José Antonio Rodríguez, que también hizo un derroche de actuación. Ambas conmovedoras. Fue este un toque especial, que elevó aún más la aceptación de todo el pueblo.

El teatro es una de las grandes pasiones de Asenneh Rodríguez, como lo recordaba:

Efectivamente, tanto es así, que en 1958 salí de El programa de José Antonio Alonso y comencé a hacer teatro bajo la dirección de Francisco Morín en la Sala Prometeo. A Morín le debo toda mi formación como actriz, porque supo sacar con su guía sabia y bondadosa todas las potencialidades que aún no había desarrollado. Allí en su teatro realicé mi primer papel en la obra teatral Electra Garrigó, de Virgilio Piñera, desempeñándome con un pequeño personaje.

Conjuntamente comenzó a trabajar en Teatro Estudio. Ya para 1960 continúa su labor en la Sala Prometeo, alternándola con la Sala Arlequín, bajo la dirección de Rubén Vigón, en Lunes de teatro cubano.

De igual modo, desempeña una importante labor con el Conjunto Dramático Nacional, el Teatro Nacional de Guiñol y el Teatro Musical de la Habana. ¿Recuerda algunas de las obras que lleva a escena?, le pregunto un día:

Fue en 1961 y lo hice bajo la dirección de Eduardo Manet. Tuve el honor de integrar el elenco de su primera obra teatral  La madre,  del escritor ruso Máximo Gorki. En el Conjunto Dramático Nacional recibimos durante cuatro años un seminario  que consistía en clases de pantomimas, actuación, danza, ballet, expresión corporal, filosofía marxista, literatura, voz y dicción, que fueron  de gran utilidad. En 1962 realizo mi primera obra como comediante musical, Pasado a la criolla, con la firma autoral  de José R. Brene, bajo la dirección de Roberto Blanco.

También entre 1964 y 1966  realizo mis primeras incursiones en El Teatro Nacional de Guiñol y comienzo a hacer revistas musicales en el Teatro Musical de la Habana, al que me consagro a partir de 1967. Desempeño el rol protagónico femenino de la obra La fierecilla domada de Shakespeare, bajo la dirección de Nelson Dorr y al lado de ese gran actor, director y amigo, José Antonio Rodríguez. Precisamente en 1997 me incorporé a trabajar en el grupo Buscón, bajo la dirección de José Antonio.

Tuve una gran experiencia en 1972 cuando  trabajé brevemente en el Teatro Martí junto a figuras tan representativas del teatro cubano como Candita Quintana y Carlos Pous. Allí presentamos Santa Camila de La Habana Vieja. ¡Qué honor para mí!    Más tarde regresé al Teatro Guiñol, para interpretar Shangó de Ima.

Entre las otras obras que realiza en el teatro que no pueden obviarse, por lo que significan en su carrera artística, hay que destacar, además de las mencionadas: Romeo y Julieta, La ópera de tres centavos, La gota de agua y Réquiem por Yarini. Según expresión de Asenneh, todas ellas, en su conjunto, marcaron su obra mayor, su adultez en el teatro.

A veces comenta que su afición por el cine se remonta a sus años infantiles y jocosamente me revela:

Con su inseparable colega Alden KnightCuando yo era pequeña y me llevaron por primera vez al cine, yo quería ser como Diana Durbyn; la diferencia era que se trataba de una actriz blanca norteamericana. Qué lejos de imaginar entonces que algún día yo podría llegar al celuloide; yo, una negra cubana.

¡Cómo me acordé de Diana Durbyn cuando Eduardo Manet me llamó en 1963, para asignarme un personaje en lo que resultó mi primer largometraje, Tránsito! Antes, había debutado en un documental titulado Saludos cubanos, dirigido por la cineasta francesa Agnés Varda. Bajo la dirección del propio Eduardo Manet, hice en el cine mi primera comedia musical, Un día en el solar. En esta cinta bailé, canté y actué. Me sentí que volvía amis raíces. También en la década de los años sesenta trabajé en la película El bautizo. Posteriormente, Manuel Octavio Cortazar me llamó e integré el elenco de  la película musical Patakín con un personaje protagónico. Ya a mediados de la década de los años noventa filmé con el español Benito Zambrano un mediometraje en la escuela Internacional de cine de San Antonio de los Baños.

Aunque fueron pequeñas actuaciones no puedo obviar lo que hice en cintas tan importantes como Guantanamera, Lista de espera, El reflejo de la luna, María Antonia y Cuba.

Es una artista polifacética y todo lo hace tan bien, que deja una huella inolvidable en todas las expresiones del arte que asume y en los distintos medios. Entre esas manifestaciones hay una que la une a otra extraordinaria personalidad de la escena. Alden Knight dice que el inicio de esta unión se le ocurre a alguien en un pasillo de Radiocentro, como una forma de distracción, entre compañeros.

Con Alden interviene en muchísimas presentaciones y espectáculos en Cuba y en el extranjero, cultivan la poesía única de nuestro Poeta Nacional. De esta unión, en 1975, comienzan a preparar un espectáculo sobre la obra de Nicolás Guillén con todos los poemas dramatizados, a sugerencia de Asenneh, y bajo la dirección de ese gran coreógrafo que fue Luis Trápaga. Con él se presentaron en radio, televisión y finalmente en el Teatro Auditórium Amadeo Roldán, que era el sueño del maestro Trápaga.

Y Asenneh afirma:

Fue un gran éxito, que nos llenó de orgullo a todos. Ahora recuerdo la vez que fuimos a Angola, diciendo poemas del Poeta Nacional y actuamos para angoleños y cubanos por espacio de tres meses. Después, viajamos a Guyana en ocasión de un aniversario de la abolición de la esclavitud en los países de habla inglesa.

Pudiéramos escribir tantas cosas sin agotarnos, horas enteras, igual sucedería, no cabe dudas, con el lector que las lea, pero pienso que lo escrito es suficiente para aquilatar en toda su inmensidad todo lo grande y prometedor de alguien que viene al mundo en tiempos aciagos y aún más negros que el color de su piel. La niña con inquietudes artísticas, las  cuales plasma en los versos que dice cada viernes en la humilde escuelita de barrio… La que, con apenas cuatro años, canta y baila con gracia la rumba Cachita, muy de moda entonces, y  la estimulan, al estilo del momento, con algunas monedas, que a veces sirven para comprar la comida del día en el humilde hogar.

Quedan por enumerar muchas vivencias más, porque, esta brillante carrera artística que logra con dedicación, esfuerzo, vocación y talento, la hace después de enfrentar, desafiar y vencer doblemente los prejuicios y la doble discriminación: por ser mujer y negra.

Esta mujer, esta artista de su pueblo, que representa dignamente al país ante más de quince naciones, no descansa. Acogida ya a la jubilación, muestra con orgullo el taller de actuación para niños de cinco hasta quince años de edad que establece en la localidad Camilo Cienfuegos, del municipio Habana del Este, donde reside. Y con infinito placer me confiesa:

Este trabajo comunitario me ha dado la oportunidad de regresar a mis raíces, a mis primeros pasos en la actuación. El taller se llama Por el Mar de las Antillas, como el libro de poemas infantiles de nuestro Poeta Nacional Nicolás Guillén. ¡Estoy muy feliz!

Hoy, esos niños, ya adolescentes y jóvenes, junto a todo el pueblo,   viven momentos de gran dolor. Nos queda su recuerdo, el honor de haberla conocido, de palpar su grandeza humana y espiritual.

Se nos fue la Hija del Sol, pero, al partir, dejó un libro abierto, una historia y una obra cuyo destello alumbrará el camino de los que llegan para continuar.

Hasta siempre, Asenneh Rodríguez, Premio Nacional de Televisión, Artista de Mérito de la Radio y la Televisión, Reconocimiento Por la Cultura Nacional…Y, entre todos, el más importante EL CARIÑO DEL PUEBLO.

Hasta siempre, gracias por tus enseñanzas, gracias por tu sincera amistad, Artista Total, Mi amiga, ASENNEH.

Autor

  • Josefa Bracero Torres

    Josefa Bracero Torres [Camagüey. 1942]. Multipremiada investigadora, locutora, periodista, realizadora e historiadora de la Radio Cubana. Licenciada en Periodismo. Primer expediente 1974-1979. Locutora de primer nivel. Jefe de Información y Directora provincial de Radio y TV y de Radio Cadena Agramonte, [1969 y 1985]. Vicepresidenta del ICRT [1985 y 2004]. Entre los reconocimientos que posee se encuentran: Cuadro destacado del Estado, Orden Ana Betancourt, Distinción por la Cultura Nacional, Premios Nacionales de Radio y Actuar por la obra de la vida, Artista de Merito de la Radio y la TV, Hija Ilustre de la provincia de Camagüey. Premiada en Festivales Nacionales de Radio, 26 de Julio y Caracol, y por la Caribeann Broacasdting Awards. Tiene 12 libros publicados, sobre la historia de la Radio y la Televisión, así como el libro TULA, escrito en honor a la ilustre principeña en su el año de su bicentenario.