Xiomara Blanco González y el arte de dirigir en la radio

Lo cierto es que me liga a esta formidable directora de radio y de televisión una amistad y un aprecio personal muy grande, más allá de sus valores profesionales, que son muchos. A pesar de sus múltiples ocupaciones Xiomara Blanco, accede a esta conversación, que la lleva en primer lugar a las raíces, a sus primeras inquietudes artísticas.

Uno de los recuerdos más lejanos que tengo, tal vez por lo importante, es que con 4 años de edad, iba a un local que existía en un almacén de ventas de alimentos, donde un joven del pueblo llamado Orlando puso unos altavoces hacia la calle para hacer propaganda a los distintos comercios. El locuteaba y exaltaba las bondades de aquellas tiendas, pero al parecer de la novedad de esto que él llamaba la «Radio Eléctrica», los oyentes se fueron aburriendo y entonces ideó que los «valores del pueblo», léase los artistas, fueran allí a exponer sus dotes.

Como te digo yo tenía 4 años, y con la ayuda de mi hermana me escapaba hasta el almacén que estaba muy cerca de mi casa y me presenté y le pedí que me dejara cantar. ¿Sabes qué canté? Nada menos que una canción que le escuchaba a mi madre, muy en boga, que se llamaba Tuya soy, de Agustín Lara. El caso es que resultó simpático y yo iba todas las noches, ya con permiso a cantar. Mi papá y mi mamá se encantaban de tener una hija artista.

Después de eso, me involucraba en cuanto espectáculo, fin de curso, beso de la patria, tómbola, etc., que había en el pueblo, Bauta, y cantaba: siempre la misma canción. Creo que no me sabía otra. Pero claro, un día dejé de ser tan graciosa porque había crecido. Y entonces supe que tenía que «cambiar el repertorio». Crecí, crecí y crecí.

¿Qué estudia de joven?

Además de secretaria, Periodismo en la Escuela Manuel Márquez Steerling.

¿Cómo se vincula a los medios para canalizar sus inquietudes artísticas?

Resultó que yo trabajaba de secretaria en el Instituto Nacional de la Industria Turística y surgió una convocatoria, creo que en 1960, para ingresar en la Universidad para estudiar la licenciatura en periodismo. Una compañera llamada Elvira Añel, a quién nunca terminaré de agradecer, me coló en las proposiciones a la que no tenía derecho por algún requisito absurdo que ella pudo violentar. Ingresé en la Universidad en la licenciatura periodística. Mi primer profesor fue nada menos que Mario Rodríguez Alemán que me fascinó desde el primer día.

Un día fueron del Instituto Cubano de Radiodifusión buscando alumnos para que entraran en el organismo para formarlos como guionista para la radio, pues ya entonces escaseaba. Seleccionaron 25 alumnos, entre ellos a mí. Yo no quería pues quería ser periodista, corresponsal de guerra nada menos, pero me tocaron la conciencia y claudiqué sin el menor entusiasmo. O sea que entré al ICR en 1964, con el segundo presidente que tuvo el Organismo Aurelio Martínez.

¿Recuerda quiénes son los profesores?.

Hice un curso de un año de forma intensiva, mañana, tarde y noche de lunes a domingo. Lo más serio y profundo que te puedas imaginar, con profesores como Félix Pita Rodríguez, Honorio Muñoz, Gloria Parrado, Carlos Irigoyen Sierra, Federico Rodríguez, éste era un español profesor de Literatura en la Universidad autónoma de México, Enrique Román, quién en 1990 fue durante 9 años el Presidente del ICRT. Nos daban conferencias personalidades tales como Iris Dávila, José Antonio Caiñas Sierra, Marcos Behmaras, Isabel Aida Rodríguez. En fin, la pléyade.

Eso era en la tarde. En la mañana teníamos que asistir a grabaciones en los estudios… a oír. ¿Sabes quiénes dirigían? Oscar Luis López, Carlos Irigoyen Sierra, Erdwin Fernández, Marta Jiménez Oropesa, Julio Lot. Y aprendíamos el trabajo de mesa con Isabel Aida, Iris Dávila, Odilia Romero, después Gloria Parrado… ¿Ves por lo que siempre he dicho que yo soy una mujer de suerte?

Una vez graduada en ese curso, ¿Qué trabajo le asignan?

Me destinaron a trabajar con Iris Dávila, en CMQ., quién el primer día me dijo que yo estaba asignada para escribir una novela original para la radio. Me eché a llorar, yo no sabía como se hacía eso, pues la teoría que tenía era muy buena y muy fuerte, pero lo único que había escrito fue un libreto de un cuento, original, que nos había puesto como trabajo de clases Félix Pita, con el que gané un premio del aula por cierto. Entonces Iris me fue llevando de la mano, pasito a pasito como a un bebé que se le enseña a caminar, para que yo hiciera mi primera novela original para la radio. Isabel Aída participó en este primer proyecto también y su ayuda y experiencia me fueron de inmensa ayuda.

Quién no escribiera con esas dos maestrazas cerca, tenía que irse a sembrar verduras. Así hice Un día y todos los días que dirigió Julio Lot para el espacio Novela Cubana, que él siempre dirigía y que hasta entonces brillaban nombres como Dora Alonso y parecidos. Yo no sabía que hacía allí pero el caso es que «a lo hecho pecho» y resultó que la novela gustó mucho.

¿Y cuando viene el salto que la convierte en esa directora de radio que todos recuerdan?

El caso es que un malhadado día cambiaron el director de la Emisora CMQ y entró un «maledeto» de cuyo nombre no quisiera acordarme y dijo que a partir de ese día, se habían acabado los Productores de Mesa pues eso no hacía falta. Dijo que los productores tenían que dirigir. Así, de «ran pam pam». Empezamos a dirigir, Odilia, Isabelita y yo. Que pretenciosamente atrevida fui entonces. De pronto me vi en un estudio de radio dirigiendo nada menos que a Enrique Santisteban y Antonia Valdés.

Sustituyendo en vacaciones a un Julio Lot, que era mi ídolo, en la novela cubana, y haciendo cuentos, teatros, Tía Tata, Gente de Nuestra América… codo a codo con una Odilia que sí sabía lo que estaba haciendo y una Isabelita que tenía experiencia para regalarme a mí un rato largo. En fin, la juventud es muy osada y muy irresponsable. Pero oyendo, con la mayor humildad, a todos ellos fui aprendiendo. Porque lo que no te he dicho es que lo que yo no estaba dispuesta a hacer era dejar aquel mundo fascinante y maravilloso al que me había asomado. Aquel precisamente al que no me había interesado entrar pero del que no estaba dispuesta a salir.

Y después ya deja de escribir.

No, que va. Parejamente con todo esto yo estaba escribiendo otra novela que hice que se llamó Un día y todos los días, el tema era un joven revolucionario que se sitúa en un pueblo a trabajar clandestinamente para el 26 de Julio, en donde se enamora de una muchachita del pueblo. Tienen un romance maravilloso entre avatares revolucionarios y el muchacho perseguido por la rural se inmola, pero deja a la muchacha embarazada de un hijo que lo continuará.

Por esa época yo dirigía cuanto tema cubano y político se movía en Radio Liberación, nombre que adoptó la CMQ. No te puedo contar los Teatros y Cuentos que dirigí por esa época y no sé ni cuántos premios logré como directora y guionista. Sin la generosidad de Iris, Isabelita, Odilia y Julio Lot yo no existiera como artista, si es que lo soy. Ellos que eran inmensos al lado mío me trataron de igual y me dieron todo lo que tenía. Tan grandes eran y son aún, que todos los de esa época, primera hornada que entró posterior al triunfo revolucionario, le deben todo lo que son. Yo principalmente.

Después de más de 40 años de experiencia, le pregunto ¿Cuáles son a su juicio los atributos que debe tener un buen director?

Lo aprendí de mis profesores, en especial Julio Lot. Un guionista y un director, y te diría que cualquier ser humano, lo primero que tiene que ser es humilde. Saber lo que no sabe, y saber que el más insignificante ser es capaz de enseñarle algo que él cree que sabe. O que sabe, pero con otra óptica puede llegar a saberlo mejor, o no lo sabe y ni siquiera sabía que no lo sabía. ¿Entendiste algo? Sé que soy capaz de meterme en esos berenjenales… pero yo aprendí.

Leer, leer, leer, de todo y cualquier cosa, estelares para empezar y después seleccionar a los mejores. Ver todo lo que pueda en cine y en televisión. Las cosas buenas, las mejores… Pero hay que ver lo malo y lo peor… porque es la única forma para rechazarlo y no hacerlo. Desde luego estudiar. En esto como en medicina, no se termina nunca de estudiar, porque cada día surgen cosas nuevas. Y enriquecer la espiritualidad cada día.

El mejor camino para esto es el amor a todo lo que te rodea. Si además logras ser una persona estable y hacer una buena familia y mantener la ancestral, tienes que dar buenos resultados en cualquier cosa que te propongas, aunque sea vender flores en una esquina, porque el amor con que las selecciones y las expongas te dará mejores ventas.

¿Originales o Adaptaciones? ¿Continuidad o unitarias? ¿Cuáles prefieres?

Cuando una obra es buena me interesa lo mismo si es un original como si es una adaptación. Creo que las cosas debieran clasificarse entre buenas y malas, o tal vez, validas o no. Alguna adaptación me ha dejado más satisfecha que un original y viceversa. En cambio prefiero las obras de continuidad a las unitarias. Me es muy difícil expresarme en síntesis, creo que ya te debes haber dado cuenta.

Creo que en una obra de continuidad se puede profundizar mucho más en los personajes y sus motivaciones ante las circunstancias que se expresan. Los unitarios tienen el atractivo de que no hay que esperar para saber en qué terminó el asunto, pero por lo menos a mí siempre me dejan el deseo de saber un poco más de esos personajes y las distintas variantes que pudo tener el tema en cuestión. Pero lo mismo te digo, si son buenos, lo demás es secundario.

¿Actores y actrices preferidos?

Cuando estoy trabajando en una obra, esos son los artistas preferidos. Los siento como algo mío. Mi familia, mis hermanos o mis hijos, según la edad. Desde luego que algunos quedan para siempre, que no todos, y alguno que hasta deseas olvidar que entró en tu vida. Pero la mayoría se queda para siempre, como cuando en el oeste los cawboys hacían una marquita en la culata de su revólver.

Se quedan ahí grabados como parte de tu vida. Te puedo decir que Antonia Valdés formará parte de mis recuerdos más hermosos para siempre, desde que un día se me brindó para hacer una voz, una simple voz, que repetía un nombre 3 veces. Aquella estrella con la mayor humildad vino a ofrecerse porque una actriz se había caído y me dijo: «crees que yo te lo pueda hacer». Y se robó la escena con solo decir Yerma, tres veces, era una de las cuñadas de Yerma.

También en Un tranvía llamado deseo fue la florista que sólo decía «flores para los muertos», pero ay, nadie podía dejar de saber que era la muerte que rondaba a todos aquellos trágicos personajes. Cuando se es grande como Ñica, no se teme simplemente asomarse. Lo mismo te puedo decir de Miguel Navarro, de Enrique Santisteban que humildemente me pidió que lo dirigiera cuando yo temblaba ante él en una cabina, y me dijo «aquí la directora eres tú y la que sabe lo que quiere eres tú. No se hace como yo creo, si no como tú crees».

Pero te puedo decir lo mismo de Verónica Lynn, Gina Cabrera, de Margarita Balboa, de José Corrales, de Enrique Molina, Enrique Almirante, Rogelio Blaín, de ese ser humano inmenso que es Odalys Fuentes. Mira, no te puedo decir a quiénes prefiero, si uno u otro. Lo que sí te puedo decir que la clase artística nuestra es de lujo, de privilegio, y lo mejor que poseen, incluso sobre su arte inmenso, es que no han dejado de ser unos seres humanos maravillosos.

¿Sus conocimientos los comparte?

Me gusta enseñar. Se lo debo a los que me enseñaron. Trato de ser, por lo menos, como ellos fueron conmigo. ¿Te imaginas a una Iris Dávila que era una gloria de este país, dedicándole mañanas enteras a una muchacha de pueblo hasta entonces bastante anodina? Es una obligación enseñar lo que uno sabe. Sobre todo en nuestro trabajo que no perdura, que se lo lleva el viento.

La única forma de perdurar en que alguien se quede con un pedacito de ti, de tu saber, de tu experiencia, de tu corazón. Todos los que han trabajado conmigo saben, y a veces hasta se quejan, de que no me guardo nada de lo que sé. Siempre explico por qué hago las cosas y cómo creo que saldrían mejor. Si algo siento es no tener más tiempo y no ser mejor maestra.

¿Cuándo llega a la televisión?

Fue en 1985, cuando desapareció la Emisora Radio Liberación, a la que había dedicado 40 años. Nunca había estado en un estudio de Televisión, porque una vez que había escrito un guión para el Cuento de Loly Buján, me horroricé con lo que allí pasaba, yo no podía con algo tan complejo, y me juré que nunca más entraría a un estudio. Aquello era demasiado fuerte para mí. Le cogí pavor, no miedo. Pavor.

Pero pudo vencer este miedo a lo desconocido.

Después de un año con profesores tales como Roberto Garriga, Carlos Piñeiro, Gloria Parrado, y otros más tan brillantes como ellos terminamos el curso y me asignaron a trabajar con Loly Buján, que hacia sobre todo Cuentos y Teatros. Sólo había dado unas cuantas clases ponchando cámaras y cada día. Tenía más miedo. Entonces me mandaron a hacer prácticas en un programa que se llamaba 5 y media en el 6, que eran conversaciones con personas interesantes. El primer día vi el ensayo y Guillermo Martínez que lo dirigía ese día, me dijo «lo vas a ponchar tú», y se fue del Estudio.

Por poco me muero, salir al aire directamente me pareció una locura pero llegó la hora de salir y Guillermo no apareció por todos los contornos. Los camarógrafos me dieron mucha confianza y me dijeron que ellos estaban allí para apoyarme, eran Félix Rodríguez y Mayito, nunca los voy a olvidar y terminar de agradecer. Y el programa salió de un solo tiro al aire sin el menor problema. Claro que era un programa sencillo, pero al aire, y yo era inexperta. Resultó que Guillermo había estado todo el tiempo parado a mi espalda, y yo, aferrada como estaba a los mandos no lo supe hasta que me abrazó y me dijo «Yo estaba aquí contigo por si algo fallaba».

Dime si no soy una mujer de suerte. Tú sabes lo que es encontrar tanta gente generosa en mi camino. Luego seguí el programa que se alternaba con Cuqui Ponce de León. Esta cátedra de la enseñanza. Me daba mucha confianza, no se separaba de mí y la oportunidad de hacer que era lo más importante. Tanto Cuqui como Guillermo me dieron el último empujón que yo necesitaba para atreverme.

Hice cuentos, teatros para televisión, entre ellos El hombre de la Fragua y Soledad para cuatro, cuentos infantiles como La Bella y la Bestia y Aladino. Una serie de spot Para la Vida, otras campañas de la lucha contra el SIDA, y el Ahorro de Energía Eléctrica, hasta un humorístico De todo como en botica.

Y un día Flora Gómez Cortés que entonces era la jefa de las novelas en la televisión, me pidió que hiciera una novela, Martín Rivas, yo me horroricé, pero ella que me conocía de radio me dio la confianza suficiente para que me atreviera y con la ayuda del equipo hicimos la novela que gustó y salió bastante bien creo que yo, los roles protagónicos lo asumieron Patricio Wood y Yolandita Ruiz. Después han venido otras como Antonia de David Camps, que contó con las actuaciones de Odalys Fuentes en el personaje central secundada por Mabel Roch, Tahimí Alvariño, Nancy González y Miguel Ángel Céspedes.

El Naranjo del Patio, de Gerardo Fernández, donde Miguel Navarro hizo una verdadera creación de su personaje Lito, secundado por Ofelita Núñez, Luisa María Jiménez, Noel García… Tierra Brava, que fue una gran producción y está basada en una radionovela de Dora Alonso y yo hice el guión para la televisión.

Esta telenovela contó con las actuaciones entre otros de Rogelio Blaín, Enrique Almirante, Enrique Molina, Fernando Echavarría, Yakelin Arenal, Alina Rodríguez, Odalys Fuentes, Zelma Morales, Luisa María Jiménez… una miniserie Sicólogo, original mío también, y últimamente Destino Prohibido, también el guión es mío en esta telenovela. En esta telenovela volvieron a compartir la escena Blain, Almirante, Alina, Odalys, Yakelin, Echavarría, Zelma, Molina, Rolando Núñez, Rubén Breña, René de la Cruz, Nieves Riovalles, Norberto Blanco.

Ahora en el 2008 culminé la dirección de la novela Polvo en el viento, protagonizada por Yory Gómez, Rodolfo Faxas y Dieter Ledesma. Precisamente allí debutó como actor en televisión Rodolfo Faxas. En el elenco participaron Rogelio Blain, Enrique Molina, Odalys Fuentes, Zelma Morales, Nieves Riovalles. María Karla Fernández, entre otros destacados actores y actrices. En esta novela tuvo su última actuación, como siempre estelar, el querido y siempre recordado actor Enrique Almirante.

Xiomara cuando usted escribe, al crear un personaje, ¿Piensa en la actriz o en el actor que habrá de incorporarlo?

Trato de no hacerlo. Pero hay personajes que piden a su intérprete. Por ejemplo en lo más reciente que he hecho Destino prohibido, siempre supe que Don Leopoldo era Enrique Almirante. Esa decencia, ese altruismo, esa paz interior, la da como nadie Enrique Almirante.

¿Qué obra para la televisión la ha dejado más satisfecha?

Tierra Brava, es la que mayor popularidad me ha dado, incluso en el Concurso Caracol de 1998 obtuvo los premios posibles en todas las especialidades. Pero yo considero que lo mejor que he hecho es El naranjo del patio. Me siento muy contenta cuando el trabajo que hago gusta, cuando los índices de audiencia y gusto reflejan que están mirándolo y que les complace. Para eso trabajo. Los premios y las críticas son cosa aparte. Si vienen hay que aceptarlos como parte del trabajo.

Y hablando de premios. ¿Recuerda los que recibió por sus obras?

En total mis obras han recibido 13 primeros premios y 6 primeras menciones en el Concurso Caracol de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. En cuanto al Festival Nacional de la Radio Cubana, 13 primeros premios y 10 primeras menciones. También la serie Para la vida en televisión recibió premios de la Asociación Católica de Cuba y el Premio 4 de Abril, de la Juventud Cubana. La Unión de Periodistas de Cuba me entregó un premio por el programa Vuelo de la Paloma en ocasión del vuelo del primer cosmonauta latinoamericano al cosmos.

Con Xiomara el tiempo transcurre rápidamente. Es una incansable comunicadora. Sin lugar a dudas su modestia le impidió decir otras cosas… Espero regresar por su casa, porque ella continúa activa y vital siempre creando, para el disfrute de nuestro pueblo. ¡FELICIDADES!.

 

Autor

  • Josefa Bracero Torres

    Josefa Bracero Torres [Camagüey. 1942]. Multipremiada investigadora, locutora, periodista, realizadora e historiadora de la Radio Cubana. Licenciada en Periodismo. Primer expediente 1974-1979. Locutora de primer nivel. Jefe de Información y Directora provincial de Radio y TV y de Radio Cadena Agramonte, [1969 y 1985]. Vicepresidenta del ICRT [1985 y 2004]. Entre los reconocimientos que posee se encuentran: Cuadro destacado del Estado, Orden Ana Betancourt, Distinción por la Cultura Nacional, Premios Nacionales de Radio y Actuar por la obra de la vida, Artista de Merito de la Radio y la TV, Hija Ilustre de la provincia de Camagüey. Premiada en Festivales Nacionales de Radio, 26 de Julio y Caracol, y por la Caribeann Broacasdting Awards. Tiene 12 libros publicados, sobre la historia de la Radio y la Televisión, así como el libro TULA, escrito en honor a la ilustre principeña en su el año de su bicentenario.