El clarín, solo en el monte,
Canta al primer arrebol:
La gasa del horizonte
Prende, de un aliento, el sol.
José Martí
Tanto en sus Versos Sencillos, grupo de 46 poemas que creó en 1890, como en trabajos periodísticos José Martí dejó constancia del valor que le atribuyese al sol en la vida de los seres humanos y en la suya en específico.
Él en la penúltima cuarteta del Verso Sencillo III expresó lo que detallé a manera de introducción en este trabajo.
También en el Verso Sencillo IV en la quinta cuarteta señaló:
Yo quise, diestro y galán,
Abrirle su quitasol;
Y ella me dijo: “¡Qué afán!
¡Si hoy me gusta ver el sol!
Igualmente en la cuarteta inicial del Verso Sencillo XII detalló:
En el bote iba remando
Por el lago seductor
Con el sol que era oro puro
Y en el alma más de un sol
Además precisó algo muy significativo relacionado con el sol en la séptima y última cuarteta del Verso Sencillo XVII. Especificó:
¡Arpa soy, salterio soy
Donde vibra el Universo:
Vengo del sol, y al sol voy
Soy el amor: soy el verso!
En su Verso Sencillo XXIII interrelacionó el sol con su posible muerte al plantear cómo concebía que fuese el fin de su existencia. Señaló al respecto en la segunda y última cuarteta del citado poema:
Otras alusiones al sol pueden apreciarse en los Versos Sencillos XXVII, XXX y XLV, respectivamente.
También hay otras referidas al sol en varios trabajos suyos. Por ejemplo en un material publicado en La Nación, de Buenos Aires, Argentina, el 21 de julio de 1886, expuso:
“La proximidad del Sol a la Tierra no sólo renueva el suelo, sino el espíritu. En la luz, hay virtud.”
Y en la revista La Edad de Oro que escribió en el año 1889 especialmente dirigida a los niños resaltó en el trabajo titulado Tres Héroes:
“El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz.”
Como se puede apreciar José Martí sintió la brillantez del sol como fuente de inspiración para llevar adelante su vida, que fue breve pero fecunda.
Su nacimiento tuvo lugar en La Habana el 28 de enero de 1853 y su caída en combate se produjo el 19 de mayo de 1895 en la zona de Dos Ríos en la parte oriental del territorio cubano. Tan sólo tenía 42 años.
Murió como había proclamado, de cara al sol, cuando con la fuerza de su ejemplo personal, se hallaba dando su contribución directa al desarrollo de la guerra por la independencia de Cuba, a cuya reorganización dedicó varios años de su existencia.
Pero más allá de su desaparición física la trascendencia de su vida, la significación y vigencia de sus principios se han mantenido brillando en forma intensa en la historia y en el quehacer del pueblo cubano, e incluso en hombres y mujeres en diferentes partes del mundo que aprecian y sienten la vigencia de seres humanos como Martí.
Y es que José Martí fue un hombre de su tiempo, y es a la vez y será un hombre de todos los tiempos.
Diversas personalidades cubanas y de otras partes del mundo han expuesto valoraciones acerca de la vida y obra de Martí. Cito, en especial, lo que afirmara el prestigioso escritor cubano Alejo Carpentier en un programa en la radio cubana.
En la primera emisión del programa que atendió en la emisora Radio Habana Cuba, titulado La cultura en Cuba y en el mundo, trasmitido el 25 de octubre de 1964 Carpentier señaló:
“…por ejemplo, sería difícil afirmar que en nuestro continente hubiese, en determinado momento del siglo XIX, un hombre tan universal, de un pensamiento tan llevado a todos los ámbitos del mundo, tan conocedor de idiomas, de culturas, como fue nuestro José Martí. No pretendo con ello decir que hubiera hombres menos importantes, pero indudablemente que la figura de un José Martí resulta de una premonición, de un anticipo, de una preparación a la visión futura de Cuba, y a la visión de Cuba revolucionaria, constituyendo un caso como, realmente, se han visto muy pocos en nuestro ámbito americano en el siglo XIX. José Martí fue llamado el Apóstol de nuestras libertades, pero, también, podría haber sido llamado el Profeta, por cuanto la realidad cubana de hoy se hallaba implícita en su pensamiento.”