Aniversario 70: La significación histórica del Asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes 

Aunque la acción principal del plan a realizar el 26 de julio de 1953 estaba directamente relacionada con la ocupación del cuartel “Moncada”, en Santiago de Cuba, para tomar las armas existentes y hacerle de inmediato un llamado al pueblo a través de la radio para desencadenar una insurrección popular armada, si también en el plan elaborado se previó tomar igualmente el cuartel existente en la ciudad de Bayamo, en la provincia de Oriente.

El ataque a esa instalación y el dominio de los puentes sobre el río Cauto, el mayor del país, tenían el propósito de impedir que las fuerzas de la dictadura se pudieran desplazar hacia Santiago de Cuba con el objetivo de recuperar el control de dicha ciudad.

Por supuesto previo al día que se tenía pensado llevar a cabo la acción hubo que conseguir información acerca de las características del cuartel y la cantidad de soldados que allí radicaban e igualmente localizar y alquilar los lugares donde los jóvenes combatientes revolucionarios se concentrarían a partir de su llegada a la ciudad de Bayamo.

Fidel Castro en unión de un muy reducido grupo de compañeros delineó el plan del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Fidel encargó a Raúl Gómez García para que elaborase un Manifiesto que sería una especie de llamamiento en el que se explicara el objetivo de la acción  y a la vez se exhortara al pueblo a llevar adelante una insurrección popular armada.

Esa proclama iba a ser difundida por la radio en Santiago de Cuba tras la ocupación de la fortaleza militar.

También Rubén creó un poema titulado Ya estamos en combate en cuya parte final precisó:

Por nuestro honor de hombres ya estamos en combate
Pongamos en ridículo la actitud egoísta del tirano
Luchemos hoy o nunca por una Cuba sin esclavos
Sintamos en lo hondo la sed enfurecida de la Patria
Pongamos en la cima del Turquino la Estrella Solitaria.

Ya en fecha muy cercana al 26 de julio de 1953 se inicia desde La Habana el traslado de los que llevarían a cabo, en forma respectiva, las acciones en Santiago de Cuba y Bayamo.

Fidel antes de iniciar el viaje  hacia Santiago de Cuba realiza el día 24 de julio una intensa actividad. Establece contacto y supervisa el traslado de sus compañeros.  Ya en horas de la noche salió de La Habana en un automóvil.

Es Santiago de Cuba, no os asombreis de nada

El  25 de julio de 1953 Fidel primero se detuvo en Bayamo para chequear como se encontraban los compañeros que ya estaban en esa ciudad y después sigo su transitar hacia Santiago de Cuba.

En horas de la madrugada del 26 de julio de 1953, Fidel Castro y Abel Santamaría se reúnen en la Granjita Siboney, con los que se encontraban en ese lugar, dispuestos a participar en una acción que todavía la inmensa mayoría no sabía con exactitud donde se realizaría.

Fue entonces que Fidel explicó en detalles el plan y pidió que en forma voluntaria cada quien expresara su disposición o no de participar en el asalto al cuartel Moncada.

La casi totalidad de los presentes respaldaron a Fidel y también a Abel que igualmente habló.

Fidel entonces señaló que el mayor número de combatientes con él al frente irían directamente hacia el cuartel, mientras que otro grupo más reducido encabezado por Abel Santamaría ocuparía el hospital “Saturnino Lora”, situado frente a la parte trasera de la instalación militar.

Otro grupo, el más pequeño,  del cual formaba parte Raúl Castro,  tendría a su cargo ocupar el edificio del Palacio de Justicia.

A su vez también en Bayamo en la madrugada de ese 26 de julio un número de combatientes se disponían a realizar la ocupación del cuartel Carlos Manuel de Céspedes.

En la granjita “Siboney” alrededor de las cinco de la mañana se da la orden de partida hacia el cuartel “Moncada” y las demás instalaciones. Primero sale el grupo encabezado por Abel Santamaría hacia el hospital “Saturnino Lora” y otro pequeño grupo en  dirección a la Audiencia.

El asalto al cuartel Moncada en Santiago de Cuba

La primera máquina que llega hasta cerca de los muros del Moncada es la que viaja el grupo comando dirigido por Renato Guitart que tenía la responsabilidad de controlar en forma sorpresiva a los soldados que custodiaban la  posta tres del cuartel. Con ese objetivo ellos portaban el uniforme del ejército.

Con firme actitud Renato Guitart se baja del automóvil, saluda a los soldados mientras grita: “Abran paso que ahí viene el general.” Pero el sargento que estaba al frente de la posta sospechó algo e intentó tocar el timbre de alarma. Hubo necesidad de dispararle pero aun mortalmente herido logró activar la alarma.

Esto hizo que no fuera posible que la casi totalidad de los combatientes revolucionarios pudieran penetrar en el cuartel Moncada y sorprender a los soldados durmiendo. Entonces comenzó el combate.

Los soldados pudieron llevar a cabo el enfrentamiento con un armamento muy superior y además estaban protegidos por las edificaciones del cuartel.

El grupo dirigido por  Abel Santamaría sí había logrado ocupar el hospital Saturnino Lora y el otro pequeño número de combatientes igualmente controló el edificio del Palacio de Justicia.

Cuando se hizo evidente que no era  posible vencer la resistencia de los soldados Fidel ordenó la retirada y a su vez mandó un emisario para que igualmente Abel con los combatientes que dirigía saliera del hospital, pero  ese emisario no pudo llegar hasta dicha instalación. Posteriormente al ser rodeado el edificio por las fuerzas de la dictadura no pudieron salir de allí.  Menos uno que pudo pasar inadvertido por la protección que le brindó un veterano de las guerras por la independencia de Cuba que estaba ingresado y lo hizo pasar por su nieto, todos los demás del grupo de Abel, incluido el doctor Mario Muñoz, así como Melba Hernández y Haydée Santamaria, fueron apresados. Sólo sobrevivieron las dos mujeres ya que todos los demás fueron torturados y asesinados.

Los que se hallaban en el Palacio de Justicia fueron inicialmente sorprendidos por varios integrantes de la policía batistiana, pero en un momento determinado Raúl logró en un gesto de audacia arrebatarle el arma al jefe del citado grupo y fue así como pudieron  salir de la edificación.

Fidel llegó nuevamente a la granjita Siboney donde también ya estaban  otros de los que habían participado  en el asalto al cuartel Moncada.

La ideas no se matan

Fidel decidió continuar la lucha revolucionaria en la zona montañosa de la provincia de Oriente, hacia la cual trató de dirigirse. Inicialmente estuvo acompañado por un grupo de compañeros.

Pero después de varios días hallarse transitando por zonas rurales, en unión de dos combatientes resultó apresado cuando fueron localizados  en el momento que estaban extremadamente extenuados durmiendo en un bohío abandonado.

La digna actitud mantenida por el oficial Pedro Sarría impidió que Fidel resultara asesinado.  Sarría incluso no acató posteriormente la orden  que le diera un oficial de mayor graduación que le exigía que le entregara a los prisioneros. Trasladó, personalmente, a Fidel y sus dos compañeros  hacia la ciudad de Santiago de Cuba.

El asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, aunque no culminó con la victoria, si fue con el decursar del tiempo fuente de inspiración para continuar la lucha revolucionaria, incluso para encarar otros momentos difíciles y convertir los reveses transitorios en victoria.

Precisamente acerca de ello, veinte años después, tras el triunfo de la Revolución, al hablar en la ciudad de Santiago de Cuba con motivo del vigésimo aniversario de ese gran hecho de la historia de Cuba, Fidel destacó:

“El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias. No fue la única amarga prueba de la adversidad, pero ya nada pudo contener la lucha victoriosa de nuestro pueblo. Trincheras de ideas fueron más poderosas que trincheras de piedras. Nos mostró el valor de una doctrina, la fuerza de las ideas, y nos dejó la lección permanente de la perseverancia y el tesón en los propósitos justos. Nuestros muertos heroicos no cayeron en vano. Ellos señalaron el deber de seguir adelante, ellos encendieron en las almas el aliento inextinguible, ellos nos acompañaron en las cárceles y en el destierro, ellos combatieron junto a nosotros a lo largo de la guerra. Los vemos renacer en las nuevas generaciones que crecen al calor fraternal y humano de la Revolución…”

Autor

  • Víctor Pérez-Galdós Ortiz

    Licenciado en Periodismo, escritor, investigador de la Historia. Colaborador del Portal de la Radio Cubana. Ha laborado en la radio durante algo más de 50 años en la creación de programas históricos y culturales. Desempeñó funciones de Dirección. En la radio y la televisión ha sido asesor y escritor de guiones. También ha colaborado para diversas plataformas digitales. Ha publicado 15 libros. Es miembro fundador del Icrt, y se le han otorgado varios reconocimientos como Maestro de Radialista, Honrar, honra, Premio Patria y la Utilidad de la Virtud por la Sociedad Cultural José Martí. Ha impartido conferencias magistrales y pertenece al grupo asesor de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *