Cuando vemos a una persona con los brazos cruzados lo primero que llega a nuestra mente es la falta de acción ante determinada situación, o tal vez el interés de no complicarse la vida ante algo que le es ajeno y, por tanto, -como suele decirse-“no me importa porque mis intereses radican solo en mi familia, mi trabajo, mis propios problemas, y entonces por qué hacer caso a algo que no me incumbe.”Y esto sucede a pesar de que la mayoría de los problemas que hoy vivimos sí le afecta, y mucho. Pero lo más triste y patético de este modo de actuar a nivel personal es que, en el mundo también se cumple tal proceder, lo que hace posible que nos encontremos al borde del espanto inaudito de una gran guerra, todo a consecuencia del egoísmo y ansias incontrolables de la supremacía a cualquier costo. Veamos la demostración de lo que he afirmado, utilizando los ejemplos del imperio y otros de su propio linaje:
Una primera aclaración: los ejemplos siguientes se refieren a organizaciones internacionales de derechos humanos; la desprestigiada OEA, e incluso, la propia ONU entre otras. Vea usted: guerras e invasiones ejecutadas para el saqueo de recursos naturales que “necesita Estados Unidos”; robo de recursos naturales imprescindibles a distintos países; bloqueos criminales a Cuba y Venezuela por no querer obedecer al amo imperial; el mantenimiento del racismo, un bochorno de la humanidad; las matanzas de palestinos que ejecuta Israel con el apoyo incondicional del gran señor del norte; la proliferación de crímenes de guerra con total impunidad; los golpes de Estado promovidos y/o apoyados por USA.
Pero hay más ejemplos que llegan a mi memoria: la permanente provocación para utilizar el arma nuclear; el apoyo increíble que reciben regímenes siniestros y hasta fascistas por parte de la nación del norte que, además, es el mayor violador de los derechos humanos en el mundo y cuenta con el “honroso” título de ser el país que tiene la mayor población carcelaria, en la que se incluyen niños que viven en cárceles de adultos y muchos cumplen condenas excesivas. Y no es posible dejar de mencionar, quizás, el problema mayor del cual se desprenden muchas de las grandes inequidades y crueldades.
Me refiero al injusto orden internacional, en el cual el gran poder económico es el que decide el presente y futuro de la humanidad, aunque para ello tenga que seguir explotando y sometiendo a gran parte del mundo a la ruina y la pobreza colosal, y que cada día más seres, incluidos niños, deban hurgar en los basureros intentando encontrar algo que le permita comer o vender, y después marchar hasta su casa debajo de un puente o discutiendo un catre para pasar la noche.
Y ¿qué han hecho las distintas organizaciones suponiendo, naturalmente, que deban, enérgicamente, condenar tanto y tanto atropello a la dignidad del ser humano? La respuesta, lamentablemente, es NADA, o mejor decir, solo llamados a las partes beligerantes a sostener conversaciones o, a lo sumo, tibias declaraciones que, en la práctica no resuelven; otra variante es enviar a funcionarios al terreno para intentar mediar en los conflictos, los cuales al retorno escriben un informe que en la práctica no resuelve y, de hecho, se convierte en un simple documento burocrático en el cual nunca se menciona al asesino. Y aquí no ha pasado NADA señores.
Todos tenemos el deber de contribuir de una u otra forma a derrumbar tanta indiferencia ante la maldad de unos pocos en detrimento de los muchos; a cambiar la estructura económica social que impera en el mundo en la que la riqueza de unos cuantos es la que decide. A condenar que se coloque sobre la cabeza de un Rey una corona valorada en millones de dólares mientras que el mundo se derrumba y destruye por las guerras, el hambre, el analfabetismo y crece el número de los sin derecho. Uno de los motivos por los cuales se mantiene tanta maldad es, sin duda, POR LOS BRAZOS CRUZADOS.
“Pesan mucho sobre el corazón del genio honrado las rodillas de todos los hombres que la doblan.” José Martí