Desarrollo real o de apariencias

Es muy común escuchar frecuentemente ideas como “país desarrollado” o “país en desarrollo”. Pero no sé por qué motivo se confunde o se atenta contra la verdad, porque, en el primer caso no se debe hablar de desarrollo cuando solo se analiza como un conjunto de rascacielos, muy lujosas tiendas y automóviles, como un insulto a grandes masas que aun viven debajo de los puentes o discuten un simple catre para pasar la noche.Además de que, una significativa parte de su población es analfabeta, y al enfermar debe resignarse a morir por no contar con un seguro médico.  Por otra parte, tampoco se ajusta a la verdad la segunda definición de “país en desarrollo”, cuando en realidad no lo es, porque sus índices económico sociales están por el suelo, consecuencia del sistema de oprobio que ha implantado EE.UU. a sus lacayos del sur. Es, eso sí, un país subdesarrollado.

Pero hay una arista o gran abismo en el tema que nos ocupa. Veamos: ¿Los desarrollados están realmente dedicando su alta tecnología al bienestar de la humanidad, o, contrariamente, aumentando sus fabulosas riquezas a su costa? Otra pregunta: ¿Los adelantos científicos realmente contribuyen al bienestar humano o lo están deteriorando? En mi opinión estamos ante una trampa siniestra que te coloca al borde del abismo: ¿aceptar el tipo de desarrollo que te impongo o pereces porque no tienes armas con las que combatir? Es decir, se nos impone el vasallaje por la vía tecnológica: “Ya usted no es usted”, ahora es una pieza “inanimada que solo piensa por cerebro ajeno”, usted queda totalmente despersonalizado y, además vigilado”.

Es un robot. Debe tener cuidado porque hasta sus actos íntimos pueden ser controlados, vigilados a distancia y hasta enjuiciados.

Nuestro amigo y destacado intelectual Eduardo Galeano dice: “Vivimos la cultura del envase: el contrato del matrimonio importa más que el amor; el funeral más que el muerto; la ropa más que el cuerpo; el físico más que el intelecto; y la misa más que Dios”. Y agrega: “Todo parece depender de las redes sociales para brindarle un motivo a su vida. Si no cuelgas una foto con tu pareja, estas soltero; “la valía de una persona comienza a medirse en likes, si nadie te sigue no eres importante”. Y nuevamente me pregunto ¿eso es desarrollo? En otras palabras, es algo así como DEJAR DE SER PARA DEPENDER.

Puede parecer que los temas del supuesto gran desarrollo y el de las redes sociales estén separados, sin embargo, pertenecen a un mismo fenómeno de desatención al ser humano con dos propósitos fundamentales: ambición económica en desenfreno y el dominio de la mente que permite continuar y hacer indestructible un sistema altamente nocivo vestido con traje de gala.

En definitiva, lo dicho hasta aquí nada tiene que ver con el deseo de frenar el desarrollo, pero eso sí, que no se haga a costa de mantener un sistema oprobioso donde el poder del dinero sea el dueño de las personas en contradicción con las ansias de paz y fraternidad del ser humano. ¡Basta de engaño!, ¡basta de mentiras!  No somos inferiores. Somos personas, no maquinarias de dominación.

“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas”. Albert Einsten.

Autor

  • Silvio José Blanco Hernández

    Silvio José Blanco Hernández. Colaborador del Portal de la Radio Cubana. Destacado y multipremiado periodista, escritor, asesor y analista de información. Es autor de libros como "La radio, técnica, arte y magia", y "Los programas informativos de la radio... Y algo más", entre otras obras y materiales investigativos con importantes aportes metodológicos al medio radial.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

+ cuarenta nueve = 54