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Siempre que en la sociedad ocurre un cambio más o menos drástico, aparecen los avispados que intentan aprovecharse del momento. Y eso es lo que ocurre ahora con el impacto del proceso de bancarización en los bancos del país, un sistema que las autoridades han reconocido que atraviesa una compleja situación.
La alta demanda de efectivo, que no siempre puede ser satisfecha en bancos y cajeros automáticos, abrió la puerta a un negocio nuevo que lucra con la necesidad ajena. Algunos pícaros ofrecen efectivo a cambio de transferencias de una suma mayor, que ha llegado a rondar los 500 pesos por cada 1000.
Y no solo aparecen en las redes. También rondan algunas sucursales bancarias como antes lo hacían en las CADECAS para ofrecer una tasa de cambio diferente a la oficial, que por supuesto beneficia al improvisado financista.
Del convencimiento a la condena
Como en la viña del Señor hay de todo, también algunos negocios privados se niegan abiertamente a recibir pagos electrónicos y sin pudor exhiben anuncios en los que advierten que solo se cobra en efectivo.
Otros incluso van más allá y bonifican al que paga con dinero constante y sonante y, al mismo tiempo, multan al que lo hace por las actuales pasarelas electrónicas.
Guste o no, la bancarización es un proceso gradual, en marcha y sustentado legalmente, que ahora está en una etapa inicial de capacitación y convencimiento, pero que más temprano que tarde pasará a una aplicación generalizada y por tanto se exigirá el cumplimiento de lo establecido.
Será el momento en que tendrán que responder los que hoy se han convertido en los pillos de la bancarización.
Comentario del periodista Raúl Menchaca