El eminente periodista y diplomático Pedro Martínez Pírez (1937-2024), Premio Nacional de Periodismo «José Martí» y Premio Nacional de Radio, partió al espacio infinito, lleno de música, poesía, luz y color, para encontrarse con el «Espíritu Universal»; leitmotiv en la obra poético-literaria y periodística de José Martí, que fuera faro y guía de la fecunda producción intelectual y espiritual que Martínez Pírez le legara a las actuales y futuras generaciones de periodistas y radialistas insulares.
Pedro era licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de La Habana, subdirector de Radio Habana Cuba, miembro ilustre de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y presidente de la Comisión de Prensa de la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU), entre otras asociaciones que se honraron con su membresía.
Ejerció con ética y dignidad, merecedoras del más cálido elogio, funciones diplomáticas en países latinoamericanos y europeos, así como el periodismo en la prensa plana, radial y televisiva insulares y fuera de nuestras fronteras geográficas.
De mi finado colega y amigo se ha escrito mucho y bueno a raíz de su lamentable deceso en los más disímiles medios locales de comunicación, pero, en esta evocación literaria, solo me referiré, concretamente, a la relación profesional y afectivo-emocional que establecí con Pedro, quien me abrió de par en par las puertas de la Emisora de Cuba con el Exterior, donde estuve colaborando con las revistas informativas matinales y Mundo 7, cubriendo actividades organizadas por la Comisión de Prensa de la ACNU y escribiendo para su Sitio Web, desde 2002 hasta 2007.
Recuerdo con «afecto y respeto ternísimos», al decir del Apóstol, que en cuanto llegué a Radio Habana Cuba Martínez Pírez tuvo la proverbial gentileza de invitarme al espacio Entre colegas, que él escribía y dirigía, y que salía al aire por las frecuencias internacionales de dicha emisora, para presentarme a la audiencia como un nuevo colaborador periodístico, y por otra parte, la deferencia de solicitar mi incorporación a la Comisión de Prensa de la ACNU, de la que fui miembro durante varios años.
En el tiempo que estuve colaborando con Radio Habana Cuba, a las órdenes directas de Martínez Pírez, solo recibí elogios hacia mi humilde labor periodística; palabras de aliento y críticas, formuladas con innegable eticidad, que contribuyeron decisivamente a mi crecimiento desde los puntos de vista intelectual, humano y espiritual, y en consecuencia, fueron estrechando los vínculos afectivo-emocionales que se establecieron entre él y yo, y que solo Tanatos (la muerte, en el vocabulario psicoanalítico ortodoxo) fue capaz de interrumpir, pero no de destruir.
¡Gloria eterna al espíritu noble y bueno de Pedro Martínez Pírez, quien puede mostrar al cielo, con legítimo orgullo, su prolífica obra acabada en el campo de la prensa radial, plana y televisiva, así como en la diplomacia cubana revolucionaria, cuyo máximo exponente es el doctor Raúl Roa García (1907-1982), «Canciller de la Dignidad»!.