El arduo camino a un Premio Nacional de Radio: Cary Martínez
Suele ser no más que una noticia anual, en ocasiones llamativa y hasta regocijante según la empatía con quien se haya agraciado, raras veces realmente comprendida… mucho depende del imaginario y este, de la promoción, que sabemos que, a su vez, tanto obedece no siempre con justicia, a la función desarrollada por la que se deviene acreedor.


A través de las páginas de sus obras, vivimos los medios desde adentro; en particular, la radio. Eso solo se logra cuando hay un conocimiento profundo sedimentado durante años de cotidianidad en cada medio, además de un rastreo de investigación que, sobre rieles científicos, encauce a mejor fortuna la base empírica acumulada.
La conocí en 2016, cuando ingresó en la sección de Crítica e Investigación que yo presidía, de la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac); era de televisión, pero había entrado al Instituto Cubano de Radio y Televisión (Icrt) al frente del grupo de investigaciones sociales de Radio Rebelde, entre los años 2003 y 2005.
Mientras el cinema colmaba el tiempo de aquellos que se asomaban al mundo a través de las imágenes y perseguía afanoso al sonido para completar el espectáculo, la radio espantaba el silencio con la palabra, la música y los efectos. Así comenzaba una singular relación entre dos medios que se disputaban la atención de públicos diversos.