La indigencia de los opulentos
Los opulentos son también indigentes, pero de principios humanos y morales, es decir, carecen de sentimientos mínimos que favorezcan la convivencia decorosa y el respeto al derecho ajeno, como diría el ilustre mexicano Don Benito Juárez. Viven como verdaderos parásitos escondidos entre el oro y la abundancia.


A estas alturas de nuestros tiempos, y tras el peso brutal que Cuba viene sufriendo desde hace 60 años a consecuencia del bloqueo, es más que evidente el macabro objetivo que persigue EE.UU. no solo contra su socialismo y gobierno, sino –y fundamentalmente- contra el pueblo rebelde que no acepta ni aceptará jamás ningún yugo o sometimiento.
También se puede asegurar que las elecciones presidenciales en EE.UU. constituyen, en la práctica, una absurda y desvergonzada forma de anti democracia. En realidad es algo más, porque se trata de una verdadera burla a su propio pueblo, ya enajenado y hasta drogado por un sistema que, desde antaño, fue diseñado sobre bases de egoísmo y supremacía a ultranza.
La alegría inunda nuestra alma nacional. Estamos celebrando el Día de la Cultura Cubana, realidad devenida durante siglos – cuya dinámica evolución continúa -, y que tiene como referente iniciático aquel 20 de octubre de 1868, cuando en el indómito Bayamo se cantó por primera vez nuestro Himno Nacional Cubano.
También se puede asegurar que las elecciones presidenciales en EE.UU. constituyen, en la práctica, una absurda y desvergonzada forma de anti democracia. En realidad es algo más, porque se trata de una verdadera burla a su propio pueblo, ya enajenado y hasta drogado por un sistema que, desde antaño, fue diseñado sobre bases de egoísmo y supremacía a ultranza.