La indigencia de los opulentos

Nada les preocupa los miles de niños que mueren a causa del hambre; de los que hurgan en los depósitos de basura buscando algún alimento que  botó cierta familia rica para aumentar las miles de toneladas que anualmente vierten los pocos de este mundo en detrimento de los muchos; no les importa en lo absoluto los pavorosos datos de mendicidad, gente despreciada en su propio país que vive y duerme debajo de los puentes de un país rico.

Y, por supuesto, no quieren saber de grandes masas que no tienen derecho al trabajo, a la educación y a la salud, ni siquiera a vivir con un mínimo de decoro. ¡Son los perdedores del juego macabro del capitalismo!

Vea usted: El proceso de elecciones que se desarrolla actualmente en Estados Unidos se ha considerado como uno de los más caros de la historia de ese país ya que, según el Center for Responsive Politics, se calcula en 11 mil millones de dólares. Así que fácilmente podemos llegar a pensar, por ejemplo, cuanta hambre con tal cifra espectacular se pudo erradicar, o qué cantidad podía contribuir a mejorar el grave problema del cambio climático, en fin…mejorar la calamitosa situación que sufren muchos pueblos marginados u olvidados.

No se sabe hasta dónde puede llegar a crecer la enorme brecha entre ricos y pobres de este mundo, si tenemos en cuenta lo que refiere la ONG Oxfam, cuando asegura que poco más de  2 mil multimillonarios acaparan para sí las riquezas del 60% de la población del mundo. Pero además, solo el 1% más rico de la Tierra concentra más del doble de la riqueza que 6 mil 900 millones de seres.

Ahora mismo, en los momentos en que la humanidad sufre tanto el daño de la pandemia Covid-19, un selecto grupo de millonarios ven crecer sus riquezas de manera impresionante a costa, precisamente, del sufrimiento de millones de personas. Es como una película de terror infinito que nos conduce inexorablemente al abismo. Pero, lamentablemente, hay mucho más tela por donde cortar: digamos, en países como Brasil, Chile y Colombia hay multimillonarios que ven crecer sus riquezas día a día y de manera impresionante. Y son países donde sus pueblos luchan para derribar la injusticia social y las enormes desigualdades, porque hay recursos, no para mejorar las condiciones de vida de sus pobladores, sino para entregarlos a los grandes capitales foráneos y disfrutarlos la oligarquía nacional.

Un dato muy curioso, que puede resultar en apariencia tonto, puede ser motivo para mostrarnos la enorme injusticia que persiste en este mundo: la confederación internacional OXFAM refiere que: “si cada persona se sentara sobre el dinero que posee, apilado en billetes de 100 dólares, la mayor parte se sentaría en el suelo. Una persona de clase media de un país rico lo haría en una silla. Los dos individuos más ricos del mundo estarían sentados en el espacio.” ¡Cuánta razón la de nuestro amigo Frei Betto! al afirmar que: “el capitalismo nos ha infundido la noción perversa de que la acumulación de riquezas es un derecho y el consumo de lo superfluo una necesidad.”

El robo, el abuso, la inmoralidad están debajo de esas fortunas enormes”. José Martí   

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