Voracidad congénita

El significado de congénita, cuando se refiere a una enfermedad o malformación de un ser humano es, obviamente, motivo no solo de pena, si no  de atención preferente.

Pero cuando su significado está asociado a un país como Estados Unidos, entonces es, sencillamente aborrecible. Es que desde su fundación en el lejano 1776 sus gobernantes ya habían demostrado sus ambiciones imperialistas.

Fueron y siguen siendo el país de las guerras, persiguiendo siempre un beneficio material concreto, dígase la conquista de tierras, recursos naturales, o concesiones políticas y económicas, mediante los llamados acuerdos de “reciprocidad” concepto cínico dado que los mayores beneficiarios siempre, y en todos los casos, ha sido el país del norte. Además, curiosamente son los países del mundo pobre el esquilmado, pueblo que, además, debe ser agradecido de ser explotado por el gran señor imperial.

Me parece necesario apuntar algunos datos: por ejemplo sus guerras de agresión y despojo llegaron a causar el exterminio de casi todas las tribus nómadas de Norteamérica en poco más de 100 años. El célebre William Cody, conocido como Buffalo Bill, llegó a afirmar que “todos los levantamientos  indios que he conocido han sido el resultado de promesas y tratados rotos por el gobierno”. También es imprescindible mencionar el caso de México, pueblo al que le causaron más de 25 mil muertos y la pérdida de unos 2 millones 300 mil kilómetros cuadrados de su territorio, es decir, formaban parte de los actuales Estados de California, Nevada, Utah, New México, Arizona, Colorado y Texas.

Y lo más curioso: la política del Gran Garrote o Big Stick formulada por Theodore Roosevelt se basaba en el uso de la fuerza contra aquellos países que se negaran a adoptar sus ofertas “generosas”. Y otras políticas con el mismo fin de sojuzgar como la Doctrina Monroe, la Fruta Madura o el Destino Manifiesto. Vale la pena también mencionar lo dicho por Theodore Roosevelt: “Es una torpe, perversa y estúpida moralidad la que prohíbe prácticas de conquista que convierten los continentes en asientos  de poderosas y florecientes naciones poderosas. Es decir, es estúpido, torpe y perverso pretender la libertad de los pueblos. Fíjese hasta donde llegan las mentes retorcidas de los autotitulados dueños del mundo.

Hay otras aristas que develan tanta maldad e injusticia, como por ejemplo invadir para saquear, destrozar y deponer gobiernos, siempre a países que les resultan cómodos por no disponer de los recursos económicos y militares de EE.UU. Es el caso, por ejemplo, de Viet Nam, Irak, Afganistán y Yugoeslavia; nunca, a menos que se vuelvan locos, contra Rusia o China.

En definitiva, la guerra es parte consustancial del imperio yanqui. Su historia militar es una maquinaria perversa que ya no puede parar, porque si lo hace se cae el imperio. Y es así, porque al final la ambición u objetivo supremo es la guerra, mecanismo que utilizan para salvar su economía del desastre causado por un modo de vida esencialmente injusto, donde el derroche es consustancial al sistema, y los ajenos son los llamados a resolver a sangre y fuego el problema.

Usted nunca conocerá que Estados Unidos apruebe millonaria partida de dólares para ayudar a paliar el hambre, el analfabetismo, la carencia de servicios de salud y educación, el cambio climático etc. Pero, no obstante, fenecerá como imperio. No hay dudas. Vea usted en qué me baso: cuando un pueblo logra un gobierno progresista de inmediato crecen los índices sociales y económicos; pero cuando el gobierno es de facto y malvado entregado al imperio, entonces se aumentan las calamidades en proporción inversa. Hay una fórmula inequívoca: cuando se conoce la libertad, se aborrece la injusticia de los que oprimen a los pueblos

“Las leyes americanas han dado al Norte un algo grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!”  José Martí

Autor

  • Silvio José Blanco Hernández

    Silvio José Blanco Hernández. Colaborador del Portal de la Radio Cubana. Destacado y multipremiado periodista, escritor, asesor y analista de información. Es autor de libros como "La radio, técnica, arte y magia", y "Los programas informativos de la radio... Y algo más", entre otras obras y materiales investigativos con importantes aportes metodológicos al medio radial.

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